Como su propio nombre
indica, la República Centroafricana se encuentra en el centro de África. Un
país de cinco millones y medio de personas que vive sumido en la miseria, las
luchas internas y la exportación de madera y diamantes, prácticamente desde su
independencia en 1960. Muchos pensamos que este país podría calificarse de
“Estado Fallido”, aunque personalmente me resigno a ello conociendo las grandes
potencialidades de su territorio y de sus algunas de sus gentes.
La metrópoli francesa
ha jugado un papel determinante en la situación actual del país, pues aunque
dejo instaladas las estructuras administrativas y políticas nunca se preocupó
de la formación necesaria para llevar a cabo las políticas públicas necesarias
para el autogobierno, dejando una economía hundida y con escasos cuadros
dedicados a la salud y la educación. A pesar de la independencia, Francia
siempre ha permanecido esquilmando mucho de los recursos de Centroáfrica,
especialmente la madera y los diamantes exportados también a Bélgica, pero
controlando de forma muy especial las reservas de uranio que se encuentra en el
centro de todos sus intereses en la zona.
La República
Centroafricana ocupa hoy el puesto número 179 de los 187 países que presentan
datos para evaluar el ranking de desarrollo humano, según Naciones Unidas, pero
les puedo asegurar que por sus recursos minerales y madereros el país podría
salir rápidamente de esa situación de empobrecimiento, de no ser por los
continuos y permanentes conflictos que asolan a sus habitantes y mínimas
inversiones.
Desde el golpe de
estado de marzo 2013, más del 10% de la población, medio millón de personas, se
han visto obligados a huir de sus casas dejando aldeas enteras vacías, el país
se encuentra si un gobierno efectivo sumido en enfrentamientos muy sangrientos
entre musulmanes y cristianos, que amenazan con convertirse en un grave
genocidio. El caos en el país es generalizado: ejecuciones y asesinatos
indiscriminados, violaciones de mujeres y niñas, infraestructuras incendiadas y
casas y aldeas arrasadas, cultivos quemados, escuelas saqueadas, etc.
El compromiso pactado
por la comunidad internacional con el presidente golpista del movimiento SELEKA
(Alianza), es convocar elecciones democráticas en el plazo de 18 meses y para
ello hay dos misiones internacionales con presencia en el país, una de la ONU
(BINUCA), para fomentar el diálogo entre grupos rivales y otra regional
(MISCA), para promover el desarme y proteger a la población civil. Pero de la
guerrilla de SELEKA que puso en el poder a Michel Djotodia, abandonaron al
presidente más de 30.000 efectivos que además han reclutado a miles de nuevos
adeptos y que hoy actúan de forma encarnizada y sin control. Las fuerzas
internacionales no alcanza los 3.000 efectivos y se plantea como urgente y necesaria
el envío de nuevas misiones internacionales que superen los 10.000 cascos
azules y 10.000 miembros de la MISCA, si se quiere poner un poco de orden en el
país y atender las necesidades básicas de la población.
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