He optado por colocar el número
de municipios españoles en el título del artículo, por considerarlo llamativo a
la hora de ahondar en lo que representa para la estructura política del estado
español : Mantenemos la ratio más elevada de Europa y una de las más elevadas
del mundo en proporción territorio-habitantes.
En algún momento tendrá que
abrirse en nuestro país el debate sobre el mantenimiento de tantos entes
locales, que conllevan demasiados cargos políticos, muchos cargos políticos de
confianza, y no suele estar relacionado con la buena gestión o la
transparencia, pues hoy día la mayor cantidad de casos de corrupción emanan de
los ayuntamientos y la deuda de los municipios españoles asciende a 35.000
millones de euros.
Europa supo aprovechar la
obligada planificación para la recuperación económica y social tras las II
Guerra Mundial, para aplicar una nueva concepción del funcionamiento municipal,
agrupando municipios, reduciendo burocracias y cargos políticos al frente de la
gestión de lo público. Alemania redujo a la mita sus municipios y a finales del
pasado siglo Dinamarca aplicó la concentración o fusión en proporción 1 a 4, un
municipio agrupó generalmente la fusión de cuatro, con unos resultados
espectaculares tanto en gestión pública como en reducción del gasto en los
ámbitos municipales.
España ha mantenido una política
distinta basada en la arcaica distribución del siglo XIX de las parroquias, que
fueron convirtiéndose con el paso del tiempo en núcleos mayores culminando su
proceso en la constitución de un Ayuntamiento. La Constitución del 78 consagró
dicha división político administrativa de los entes municipales, en un momento
marcado por la recuperación de la democracia y la necesidad de que toda la
gestión municipal pasase a los partidos políticos, garantizando así una fuerte
presencia política en la gestión de lo público.
Después de la experiencia hemos
de confluir en que la misma no ha sido positiva por las siguientes razones:
1.
Tiene un alto coste para la administración.
2.
La gestión ha sido muy opaca y difícil de
controlar por el Estado.
3.
Ello ha inducido a que en los Municipios se
produzcan el mayor número de casos de corrupción, fundamentalmente vinculados
al urbanismo pero también en otros sectores.
4.
Sus escasas competencia como prestadores de
servicios a la comunidad no justifican tal cantidad de entes municipales.
Los partidos políticos saben que
de aplicar una reducción de municipios con criterios de eficacia y eficiencia,
perderían poder de sus propios afiliados y de presión política sobre entes
superiores. Por eso no quieren aplicar la reforma y se aferran a una estructura
caduca, cara, manipulable, proclive a la corrupción y altamente ineficiente.
La defensa a ultranza del
terruño, que utilizan los alcaldes o candidatos de todos los partidos, nada
tiene que ver con una buena gestión de lo público. Los pueblos no
desaparecerían del mapa, continuarían existiendo con su denominación, con sus
fechas festivas locales, con sus costumbres, con sus gentes. Lo único que cambiaría
es que la gestión pública no sería llevada a cabo por un ente llamado
Ayuntamiento en cada uno de los pueblos o ciudades, sino por un Ayuntamiento
que agrupe a varios municipios. La opción es clara, mantenemos los municipios
(sin ningún problema jurídico pueden continuar denominándose así), pero
agrupamos varios municipios en un solo Ayuntamiento como ente jurídico,
político y administrativo.
Durante la experiencia de gestión
acumulada hasta ahora en democracia, muchos ayuntamientos han ido creando y
conformando mancomunidades de municipios, precisamente para lograr mayor
eficacia y reducción de costes en la gestión. Pues bien, con la propuesta
anterior desaparecerían estas mancomunidades (también con demasiados problemas
de deuda y escaso control), podrían desaparecer sin ningún problema las
Diputaciones Provinciales (que fundamentalmente se ocupan de los municipios
pequeños) y las Comunidades Autónomas asumirían la relación directa con los
nuevos Ayuntamientos creados por la fusión.
Esta propuesta es la que se ha
venido aplicando en Europa y la que más resultados ha dado para la mejora de la
gestión municipal y el control y eficacia del gasto público. No querer verlo
así, será enrocarse en una suerte de cargos y carguillos cuando podríamos ahorrarnos,
al menos, la mitad de ellos.
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