sábado, 20 de septiembre de 2014

8.119 AYUNTAMIENTOS.


He optado por colocar el número de municipios españoles en el título del artículo, por considerarlo llamativo a la hora de ahondar en lo que representa para la estructura política del estado español : Mantenemos la ratio más elevada de Europa y una de las más elevadas del mundo en proporción territorio-habitantes.

En algún momento tendrá que abrirse en nuestro país el debate sobre el mantenimiento de tantos entes locales, que conllevan demasiados cargos políticos, muchos cargos políticos de confianza, y no suele estar relacionado con la buena gestión o la transparencia, pues hoy día la mayor cantidad de casos de corrupción emanan de los ayuntamientos y la deuda de los municipios españoles asciende a 35.000 millones de euros.

Europa supo aprovechar la obligada planificación para la recuperación económica y social tras las II Guerra Mundial, para aplicar una nueva concepción del funcionamiento municipal, agrupando municipios, reduciendo burocracias y cargos políticos al frente de la gestión de lo público. Alemania redujo a la mita sus municipios y a finales del pasado siglo Dinamarca aplicó la concentración o fusión en proporción 1 a 4, un municipio agrupó generalmente la fusión de cuatro, con unos resultados espectaculares tanto en gestión pública como en reducción del gasto en los ámbitos municipales.

España ha mantenido una política distinta basada en la arcaica distribución del siglo XIX de las parroquias, que fueron convirtiéndose con el paso del tiempo en núcleos mayores culminando su proceso en la constitución de un Ayuntamiento. La Constitución del 78 consagró dicha división político administrativa de los entes municipales, en un momento marcado por la recuperación de la democracia y la necesidad de que toda la gestión municipal pasase a los partidos políticos, garantizando así una fuerte presencia política en la gestión de lo público.

Después de la experiencia hemos de confluir en que la misma no ha sido positiva por las siguientes razones:

1.     Tiene un alto coste para la administración.
2.     La gestión ha sido muy opaca y difícil de controlar por el Estado.
3.     Ello ha inducido a que en los Municipios se produzcan el mayor número de casos de corrupción, fundamentalmente vinculados al urbanismo pero también en otros sectores.
4.     Sus escasas competencia como prestadores de servicios a la comunidad no justifican tal cantidad de entes municipales.

Los partidos políticos saben que de aplicar una reducción de municipios con criterios de eficacia y eficiencia, perderían poder de sus propios afiliados y de presión política sobre entes superiores. Por eso no quieren aplicar la reforma y se aferran a una estructura caduca, cara, manipulable, proclive a la corrupción y altamente ineficiente.

La defensa a ultranza del terruño, que utilizan los alcaldes o candidatos de todos los partidos, nada tiene que ver con una buena gestión de lo público. Los pueblos no desaparecerían del mapa, continuarían existiendo con su denominación, con sus fechas festivas locales, con sus costumbres, con sus gentes. Lo único que cambiaría es que la gestión pública no sería llevada a cabo por un ente llamado Ayuntamiento en cada uno de los pueblos o ciudades, sino por un Ayuntamiento que agrupe a varios municipios. La opción es clara, mantenemos los municipios (sin ningún problema jurídico pueden continuar denominándose así), pero agrupamos varios municipios en un solo Ayuntamiento como ente jurídico, político y administrativo.

Durante la experiencia de gestión acumulada hasta ahora en democracia, muchos ayuntamientos han ido creando y conformando mancomunidades de municipios, precisamente para lograr mayor eficacia y reducción de costes en la gestión. Pues bien, con la propuesta anterior desaparecerían estas mancomunidades (también con demasiados problemas de deuda y escaso control), podrían desaparecer sin ningún problema las Diputaciones Provinciales (que fundamentalmente se ocupan de los municipios pequeños) y las Comunidades Autónomas asumirían la relación directa con los nuevos Ayuntamientos creados por la fusión.

Esta propuesta es la que se ha venido aplicando en Europa y la que más resultados ha dado para la mejora de la gestión municipal y el control y eficacia del gasto público. No querer verlo así, será enrocarse en una suerte de cargos y carguillos cuando podríamos ahorrarnos, al menos, la mitad de ellos.





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