domingo, 28 de septiembre de 2014

ÉBOLA


Cuando aparecen las noticias sobre el Ébola, da la sensación de que prefiramos mirar para otro lado o, simplemente, pensar que eso es cosa de cuatro países africanos que se encuentran muy lejos de nuestra realidad. Suele ser una válvula de escape intencionada para desprendernos rápidamente de la necesidad imperiosa de enfrentar una posible pandemia mundial.

Actualmente, los países más afectados por el virus del Ébola, en su cepa más agresiva y mortal conocida como Ébola-Zaire (o Congo), son Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry, pero su gran capacidad de contagio ha puesto en la lista de países peligrosos a Nigeria, Burkina Faso, Guinea Bissau, Costa de Marfil, Mali y Senegal. De momento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), han perdido la vida 3.500 personas en los tres primeros países y el nivel de infectados se multiplica cada día llegando a alcanzar 10.000 a mediados de septiembre.

La agencia de Naciones Unidas se ha puesto manos a la obra para detener los contagios, pero parece una tarea ingente el controlar a millones de ciudadanos de esta zona sin conocer a ciencia cierta el origen del virus. Sobre el terreno, han reconocido que sin medicamentos paliativos y tratamientos eficaces, la epidemia puede obtener un grado superior de pandemia en muy poco tiempo. Afectaría a más de diez países de la zona y se corre el grave riesgo de que atraviese el continente africano, lo que tendría unas consecuencias incalculables para la población mundial.

Es vergonzoso que la comunidad internacional no haya tomado en serio la propagación de la enfermedad y hablen con la boca pequeña de que “hay que hacer algo”, cuando el momento actual requiere de una intervención a gran escala, global, eficaz y urgente. Se trata de salvar el máximo número de vidas posible, pero también de evitar que la propagación y voracidad del virus se convierta en un problema mundial e incontrolado. Pero no están a la altura de la necesidad los políticos del momento. Con la mitad del coste que supone la intervención militar aérea contra Estado Islámico, podría contenerse la propagación y acelerar los procesos de investigación en fármacos eficaces. Cuestión de prioridades.

Cientos de organizaciones europeas están presionando para que a nivel político se le de prioridad uno a la intervención sobre el Ébola sin que hasta el momento hayan tenido éxito en su demanda. Pero mucho me temo que la intervención no llegará hasta que algunos países occidentales vean el peligro en sus propias narices y quizás sea demasiado tarde para reducir los efectos y atender una situación de emergencia general. Mientras seguirán muriendo muchas personas sin ningún remedio.






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