martes, 16 de septiembre de 2014

SÍ SE PUEDE, PODEMOS.


Sesudos analistas, politólogos y tertulianos, analizarán el fenómeno “PODEMOS” como una suerte de confluencias que partieron del 15M, la crisis económica y política, la corrupción generalizada, la crisis europea y cincuenta causalidades que englobarán en un simple “han aprovechado la coyuntura”.

Es posible que lleven razón, pero no es menos cierto que la irrupción de PODEMOS va mucho más allá de todas las coyunturas citadas. La gran mayoría de la ciudadanía siente el hartazgo hacia una clase política (casta), que se ha adueñado de las instituciones, que no solo ha demostrado su ineficacia para resolver los problemas que afectan a los ciudadanos, sino que además los ha agravado.

Una clase política que se ha vendido a los intereses del capital financiero, castigando al pueblo llano a rendir pleitesía a la banca y cargando en su deuda pública rescates millonarios que todos tendremos que pagar sin obtener ningún beneficio a cambio. Una clase política que busca desesperadamente alianzas para no perder cacho, continuar mangoneando y manteniendo su status de poderosos, en lugar de preocuparse de cómo salir a delante recuperando el valor de lo público, de las instituciones y de la esperanza para millones de ciudadanos.

Me atrevería a decir que, más que aprovechar una coyuntura, desde PODEMOS han sabido ver con nitidez la necesidad de cambiar el rumbo de nuestro decrépito sistema, horadado por cientos de agujeros malolientes, con personajes siniestros, mal preparados, chulescos, mafiosos y subidos a un pedestal para aprovecharse de la vida pública. Prostituidos por el dinero, el poder y el prestigio, convertidos en grandes empresas políticas con un personal a mantener en cargos públicos y enchufados, por el que están dispuestos a pelear a sangre y fuego.

El cambio de rumbo de PODEMOS es claro en su planteamiento inicial: “tenemos la obligación de repensar el estado español, recuperar la dignidad del funcionamiento de lo público y echar a la casta de una vez para colocar al pueblo como prioridad de la ejecución de las políticas públicas”. Y esa declaración de intenciones va a venir acompañada de un diseño real, práctico, factible y realizable, de todas las medidas a tomar desde el gobierno para cambiar nuestro país.

Se inicia el proceso de Asamblea “Sí se puede”, donde toda persona que lo desee puede participar, elaborando las propuestas organizativas, de programa y estrategias para el cambio posible. Lo hacen, además, con un mensaje de transversalidad y horizontalidad que les permitirá consolidar una presencia mayoritaria en la sociedad, alejados de dogmatismos trasnochados, sin caza de brujas ni torquemadas para prender las hogueras: “El pueblo es el que tiene que definir qué país desea y el pueblo somos todos”.

Es una apuesta que ilusiona, atacada por los mil frentes del establishment  político, financiero, empresarial y mediático, que sin duda marcará un antes y un después en la vida política española.


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