Aplacada la violenta,
injustificada e innecesaria intervención militar de Israel en la franja de
Gaza, debemos aprovechar la oportunidad para volver a reflexionar sobre la
resolución definitiva de este conflicto, que en esta ocasión ha costado la vida
a dos mil palestinos ( de ellos 700 niños) y sesenta israelitas, así como la
destrucción del 40% de Gaza y daños en edificios e infraestructuras básicas.
La creación del Estado de Israel,
en 1948, se hace en territorio histórico palestino. Era el pago de occidente al
holocausto y las presiones sionistas en Estados Unidos. Desde entonces, su
principal preocupación ha sido arrinconar, aislar y controlar a los árabes
palestinos en los territorios ocupados, primero en Cisjordania y Gaza con una
extensión importante, que seguidamente comenzaron a colonizar reduciendo a la
mínima expresión dichos territorios.
Los palestinos han sufrido la
aniquilación física y también un proceso psicológico de desprecio de sus vidas,
de su futuro y realidad. En 1988, cuarenta años más tarde, se proclama el
Estado Palestino que aún no es reconocido por la mayoría de los países, aunque
cuenta con presencia en el seno de las Naciones Unidas. Las distintas
intifadas, los ataques permanentes de Israel con una participación activa de
agentes del Mossad en territorios palestinos, los conflictos entre Israel y
Líbano con persecución directa sobre los palestinos, su persecución en Jordania
y otros países de asilo, han creado una situación insostenible para un pueblo que
solo reclama su identidad territorial.
El apoyo que Estados Unidos
presta a Israel es vergonzoso e interesado. Por un lado, debido al muro o freno
que supone tener un aliado de tal envergadura en la zona, sirviendo de escudo y
vanguardia a los intereses norteamericanos y, de otro, por los excelentes
negocios en armamento que las empresas yanquis realizan con Israel, uno de sus
principales clientes en el mundo. Israel, que partió como estado ficticio, se
convirtió de inmediato en aliado estratégico para los intereses de occidente,
mirando para otro lado en momentos de violencia desproporcionada.
Superadas las fases de la OLP,
los palestinos se plantearon la necesidad de jugar la baza diplomática de alto
nivel. No bastaba con la presencia combativa en las calles palestinas y había
que desterrar las acciones militares fuera del territorio, se trataba de ganar
aprecios y voluntades de países en todo el mundo para poner freno a las ansias
expansionistas y genocidas de Israel. Mucho ha avanzado Palestina en este campo
y mucho le queda por hacer.
La presión constante de Israel
lleva a muchos palestinos a radicalizar su lucha, pero la gran mayoría de ellos
desean el reconocimiento de su estado y comenzar una vida libre de la presencia
y yugo israelita, una convivencia lo más pacífica posible y tener el derecho a
vivir en paz y libertad.
Debemos aprender de las
consecuencias de la imposición israelí y tomar posturas de calado en la
comunidad internacional, no permitiendo a Israel la violación de los Derechos
Humanos, poniendo en primer puesto de la agenda internacional compromisos de
ambas partes y dando pasos para superar el conflicto con medidas permanentes y
duraderas.
Si la comunidad internacional
deja pasar esta coyuntura para tomar decisiones serias, en poco plazo nos
enfrentaremos a un nuevo conflicto en la escalada. La paz en la zona es una
cuestión de todos y el respeto a los derechos humanos, también.
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