A un año de las elecciones
generales y después de tres de gobierno del PP, me parece un buen momento para
analizar algunas de las claves que han coincidido en nuestro país para evitar
una de las situaciones más críticas que hemos vivido desde la llegada de la
democracia.
Durante los años 2012 y 2013, el
gobierno ha llevado a cabo la mayor política conocida de recortes en varios
frentes: sanidad, educación, libertades, laborales, pensiones y dependencia,
creando una situación de inmenso deterioro de la calidad de vida en la mayoría
de los españoles. La aplicación de las órdenes de desahucio, la salida del país
de centenares de miles jóvenes en busca de cualquier empleo, las reducciones
salariales sin medida, los contratos basura de meses, semanas y horas, la
subida permanente del desempleo, de la luz, del agua, y la bajada del consumo
en los hogares, con el extremo de dos millones y medio de personas en pobreza
extrema; pintaban un panorama bastante inaguantable a pesar de su mayoría absolutísima.
La gente se organizó y se echó a
la calle, sorprendiendo a propios y a extraños (como ya ocurriera con el 15M),
sobre todo a los partidos clásicos de la izquierda (PSOE-IU), que se vieron
desbordados por las llamadas “Mareas”, no controladas por ellos y con gran
poder de movilización ciudadana. Demandas que se iban agregando unas a otras y
que mantenían un común denominador: El gobierno estaba poniendo en peligro los
posibles avances del llamado “Estado del Bienestar”, que tanto esfuerzo nos había
costado conseguir. La ciudadanía toma la calle con decenas de miles de
protestas, se convocan momentos críticos como los de “Rodea el Congreso” y se
acrecientan las posibilidades de un estallido social en toda regla, con una
perspectiva nítida de recuperar la dignidad y sin control ni manejo de los
partidos políticos.
Se pone en cuestión el “Sistema”,
desde el Parlamento a la Casa Real, desde la Banca a la Unión Europea, todo se
pone en solfa, la gente pierde el miedo y vuelve a salir a la calle, como en los
mejores tiempos, en defensa de lo público y de las libertades fundamentales.
Todo ello culmina en marzo de 2014, con una de las mayores movilizaciones
ciudadanas recordada en tiempos: “La Marcha Dignidad”, donde centenares de
miles de españoles nos manifestamos en Madrid.
Durante estos tres años, siempre he pensado que vista la violencia y agresión permanente del Estado contra los ciudadanos, en cualquier momento podría prender la mecha del conflicto. La situación reunía los condicionantes de libro para que el mismo pudiera darse. Pero en ese contexto se dan dos situaciones que han logrado calmar, de momento, los ánimos de la gente. Por un lado, la Diada del 11S del 2013 en Cataluña, que coloca en primer lugar la reivindicación independentista tapando el resto de las motivaciones sociales o incluyéndolas dentro de la propia esperanza de solución que supone un nuevo país. De otro lado, las elecciones europeas de Mayo 2014, que colocan a PODEMOS como una fuerza política que aglutina todos los descontentos de todas las Mareas, Marcha Dignidad, Plataformas contra los desahucios y decenas de movimientos en lucha, para orientar el desencanto hacia la toma del poder mediante las urnas.
El resultado de ambas cuestiones
ha sido doble. La paz en las calles, que no la paz social que sigue orientada a
acabar con un sistema caduco: Las clases medias y obreras de Cataluña están
ahora en lo suyo (la consulta y la independencia) y la mayoría de las demandas
políticas ciudadanas se encuentran encausadas dentro de la alternativa que
pueda significar PODEMOS como opción de gobierno.
Pero la realidad es que el
gobierno de PP y el poder económico y financiero han continuado haciendo de las
suyas. Se aplican las mismas políticas, se amplían los casos de corrupción con
los Pujol , las tarjetas opacas de Caja Madrid y Bankia, los jóvenes siguen sin
empleo, los recursos siguen sin llegar a centenares de miles de familias que
viven al día, muchas de ellas sin nada que llevarse a la boca, con escándalos
como el del Ébola, con nuevos recortes presupuestarios y con aplicación de
leyes mordaza para el control ciudadano.
Mucho le debe el Sistema a las
demandas catalanistas y a PODEMOS, pues de no haberse dado simultáneamente
ambas realidades, me temo que la situación a estas alturas hubiera sido de un
estallido social de una gravedad extrema. El devenir resolverá y va a resultar
sumamente interesante poder vivir esta nueva etapa de nuestra democracia como
país.
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