lunes, 13 de octubre de 2014

LAS BONDADES DEL ÉBOLA.


Basta colocar a los medios en el epicentro de un peligro inminente para la seguridad sanitaria en occidente, para que por arte de magia desaparezcan de la faz de la tierra todos los problemas que nos afectan de lleno. Es la estrategia y táctica del arrinconado, de los gobernantes que se encuentran con la soga al cuello y necesitan de un respiro para ordeñar las mamaderas de los estados y de su orden mundial.

Desde el mes de marzo el brote de Ébola en África amenazaba con extenderse a gran velocidad si la intervención de la comunidad internacional no se ponía en marcha. No se puso, principalmente porque los enfermos eran los de siempre, pobres negros de países remotos que están acostumbrados al hambre, a la muerte y al abandono. Naciones Unidas y varias organizaciones internacionales subieron la alerta en el mes de mayo, indicando que el peligro de expansión del virus casi letal podría convertirse en pandemia y que era necesaria una intervención audaz y firme de los países de occidente. De nuevo oídos sordos.

Se comienza a reaccionar con los casos de occidentales infectados en terreno y que son repatriados para su tratamiento y ahí es donde comienzan a observar como una veta de oro las bondades que podría tener el dichoso virus para los poderosos de este mundo. De hacer donaciones fuerte y llegar a los 1.000 millones de dólares que pide la ONU, nada de nada. España ha donado hasta el momento 427.000 euros, lo que se gastan en chucherías los señores jetas de las tarjetas de bankia.

Estas bondades vienen dadas por el hecho de que hoy en día casi nadie habla en nuestro país del paro, de las enormes cifras de jóvenes sin empleo y los exiliados económicos,  de los desahucios, del hambre que atenaza a centenares de miles de familias, de los corruptos, de problemas en los partidos rancios ni de alternativas a la salida de una crisis que se ha instalado en nuestro ADN, o del envío de tropas españolas a Irak, puertas giratorias o vísperas de elecciones.

A nivel internacional, la opinión pública ve desaparecer de un plumazo los avances del Estado Islámico, los bombardeos de los aliados contra ellos, el genocidio en Gaza, la guerra en Ucrania, los follones en Hong Kong, la guerra fría de Putin contra el resto del mundo, las pérdidas de vidas humanas saltando vallas y fronteras para sobrevivir, el hambre y la miseria en varios países africanos afectados por graves sequías y otra decena de asuntos que pasan al cajón del “mejor no hablamos de ellos”.

Resulta vergonzante la forma en que las autoridades españolas han abordado el contagio de la técnica sanitaria, preocupando a su máxima autoridad diplomática que esto no afecte mucho a la “Marca España”, pero espeluznante que hayan hecho del asunto, en connivencia con los medios que manejan, el único asunto sobre el mapa de la piel de toro. Por suerte, vamos madurando como sociedad y sabemos qué es lo que persiguen y cuáles son sus intereses. Y les estamos esperando a la vuelta de la esquina.


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