Los días 8 y 9 de diciembre
próximo, tendrá lugar en Veracruz, México, la vigésimo cuarta Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado
y de Gobierno, bajo el lema “Iberoamérica en el Siglo XXI: Educación, Innovación
y Cultura”. La principal novedad que presenta esta XXIV Cumbre, es la
participación por primera vez como Rey de España de Felipe VI.
El Ministro de Exteriores y de
(escasísima) Cooperación, Sr. Margallo, anda de cabeza desde hace un mes
intentando convencer a todos los líderes de Latinoamérica para que participen
en la Cumbre. Queda de manifiesto que el interés básico de las cumbres se ve en
América Latina como exclusivamente español. Prueba de ello han sido los
constantes fracasos de participación de Jefes de Estado y de Gobierno en las
anteriores celebradas.
Y es de entender este fracaso si
tenemos en cuenta que en la cumbre de Veracruz se van a tocar temas tan
apasionantes para los gobernantes como la Alianza para la movilidad académica,
Una especie de Erasmus Iberoamericano, la Digitalización del acervo cultural
realizado y futuro, o la creación de una tarjeta joven. Los mandatarios
latinoamericanos ya no están para estas zarandajas, pues tienen propuestas de
integración regional mucho más atractivas que les hacen compartir la aplicación
de políticas públicas, sin necesidad de hacer el paripé de la madre patria con
la vieja y anquilosada España.
Así, los días 4 y 5 de Diciembre
se celebrará la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en
Guayaquil y Quito, Ecuador, donde se tocarán temas tan importantes como el
pasaporte suramericano; Mercosur sigue imparable con los planes de integración
económica, al igual que la SICA en Centroamérica; y la CELAC ( Comunidad de
Estados de Latino América y el Caribe), que profundiza compromisos de alto
calado político que preocupan a los estados de la región y a sus ciudadanos.
España parece no darse cuenta que
los lazos con Latinoamérica no se construyen con este tipo de cumbres cuasi
simbólicas y ceremoniales, ni de que los propios países del área cuentan con
mecanismos más que suficientes para coordinar sus propias políticas
integradoras y de unificación en políticas. Más aún, teniendo en cuenta que los
presupuestos de Cooperación Internacional del gobierno del PP han disminuido hasta
lo simbólico en todo el mundo y también en los países de América Latina.
Además, todos sabemos que la
“Marca España”, ha perdido tantos enteros que intentar sostener este tipo de
cumbres absurdas con temas tan simples, al objeto de cubrir el expediente de la
tan afanada “Foto”, sólo ayuda a aumentar el ridículo de nuestro interés por
Latinoamérica. Y como el que desea la foto es España, pues pagamos casi el 70%
del coste de las cumbres iberoamericanas y su Secretaría General. Aunque aquí
no vale el dicho de que “el que paga, manda”.
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