La corrupción, en el ámbito de lo
político, se ha colocado como uno de los principales problemas señalados por la
población española en las encuestas del CIS. No hay informativo de TV o radio,
ni periódico que no abran sus portadas con casos de corrupción desde hace ya
bastante tiempo. La ciudadanía ha calibrado la importancia de estos hechos y va
pasando del “todos son iguales” al “esto hay que cambiarlo”.
La mayoría de los partidos
políticos están implicados: PP, PSOE, IU, CIU, y otros, dando así una imagen
unitaria de lo poco que les importa la gestión transparente de lo público y un
trabajo serio por el bien común. Como pareciera que a todos se les va pillando
(aunque deduzco que como en los alijos de droga se detectan uno de cada diez),
los partidos se afanan en lanzar proclamas sobre medidas anticorrupción y por
la transparencia en la gestión pública. Como diría Joaquín Sabina: “Ahora es
demasiado tarde, princesa”.
La deducción es simple: si no se
hubiesen descubierto la vergüenza de cientos y cientos de casos de corrupción,
los partidos seguirían instalados en el “aquí no pasa nada”. Ahora, en un
alarde de respuesta a la corrupción política, se apresuran con declaraciones
bienintencionadas, intentando al mismo tiempo escabullirse de algunas
dimisiones necesarias. Mientras, la ciudadanía reflexiona sobre lo que no se ha
hecho en 35 años de democracia, la complicidad manifiesta de los partidos
gobernantes para no fijar mecanismos reales de control y transparencia desde el
principio. Y se da cuenta de que sólo se han puesto manos a la obra cuando han
sido pillados.
Siguen inmersos en sus discursos
del “y tu mas”, peleando incluso por las medidas que han de tomarse y
ofreciendo pactos contra la corrupción. Tanta estulticia es una ofensa a la inteligencia
ciudadana.
La decisión está tomada y así se
va reflejando en todas las encuestas y sondeos electorales que van
apareciendo:”no les queremos más”. Parece claro que ha llegado el momento del
cambio para este país, con propuestas serias, rigurosas, de recuperación de la
dignidad y de la decencia. Y los partidos a la clásica no solo han perdido la
oportunidad de ser respetados por los electores, sino que han hecho todo lo
posible para ganarse su desprecio más absoluto.
Todas las medidas que anuncian
ahora a bombo y platillo son de cara a la galería, para que salgan en los
medios, pero jamás se preocuparon de adelantarse a los hechos. Simplemente no
les interesaba y así, escándalo tras escándalo, han ido cavando su propia fosa
que los llevará a una larga travesía del desierto.
1 comentario:
Una vez más Paco Pineda ha expresado claramente mis propias conclusiones y creo que el sentimiento de una grandisima parte de la población.
Mi enhorabuena por tu clarividencia!
Los hechos y la realidad son muy testarudos y surgiran grandes alamedas con una clase política digna que te dará la razón. Un fuerte abrazo.
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