lunes, 12 de octubre de 2015

YA ERA HORA


Las elecciones generales del 20D, se nos presentan con un cambio fundamental sobre las celebradas hasta ahora: las opciones de gobierno ya no son exclusivas del bipartidismo PP-PSOE. La aparición con fuerza de Ciudadanos y Podemos, rompe con la inercia perniciosa de que el Gobierno de España era cosa de dos.

A sesenta y cinco días para que los electores acudamos a las urnas, lo más resaltable será encontrarnos un Parlamento donde cuatro grupos políticos cuenten con el entorno del 20% de los votos cada uno, dejando el 20% restante a partidos nacionalistas y otros irrelevantes.

Será el Parlamento más vivo de los que hemos tenido a la fecha, donde las mayorías absolutas y otras con apoyos puntuales, han cercenado la sustancia del hemiciclo: hablar. Hemos perdido en este tiempo las maravillosas disertaciones que argumentaran una medida, los debates acalorados en defensa de posturas encontradas, los combates dialécticos que hagan pensar a los ciudadanos.

El ejecutivo que salga de las elecciones no lo tendrá fácil. El Gobierno podría ser cosa de dos, incluso de tres partidos y la vigilancia y control serán mucho más estrictos que hasta ahora.

Posiblemente, todos los partidos aparecerán en la noche electoral diciendo que han ganado, como siempre. Pero los que realmente habremos ganado seremos la ciudadanía,  que inexplicablemente hemos soportado cuarenta años de absurdo bipartidismo.

Ya no valen los llamados al voto útil, ni la utilización del miedo de los asusta viejas sobre la llegada del caos. Ahora toca intentar construir un país distinto, fuerte, sin desempleo, sin vejaciones ni pérdidas de derechos. Un país libre y diseñado para el futuro que no viva enquistado en los males de la vieja Europa. Toca apartar de la política a los corruptos y a los que permitieron la corrupción, toca releer nuestra Constitución y adaptarnos al Siglo XXI, dar prioridad a las personas y a los derechos perdidos.

Aún tengo la esperanza de que nuestro devenir puede cambiar, más que por deseo por necesidad. No podemos permitirnos demasiadas pérdidas de tiempo, porque hay demasiada gente que lleva mucho tiempo perdido. La única opción que nos queda es el cambio real, la modificación de las estructuras dañinas a la ciudadanía y la aplicación de políticas públicas que nos ayuden a avanzar como pueblo.

Recuperar la dignidad robada y mirar al futuro con un poco de ilusión. En realidad no pedimos tanto, sólo apartar de la gestión pública a los ineptos, corruptos y vende patrias que han demostrado ser nuestros gobernantes.



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