De los mensajes lanzados por los
partidos en los debates y mítines, se ha hablado sobre todo de economía, de
desempleo, de pensiones de jubilación, de corrupción, de justicia, de violencia
de género, sanidad y educación. Poco más. De soslayo aparece alguna referencia
al pacto antiyihadista y ahora la seguridad de las embajadas en territorios
hostiles por el atentado en Kabul. Pero ni una sola referencia a nuestra
política exterior y de cooperación, sin duda, la gran perdedora en estas
elecciones.
Margallo ha ejecutado, como
Ministro del ramo, una de las peores etapas de nuestra Política Exterior y de
Cooperación. Ha disminuido a cantidades ridículas los fondos de Ayuda al
Desarrollo, hemos estado desaparecidos del panorama internacional, más allá de
la presencia in tempore en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que ya
tocaba y hemos perdido el pequeñísimo margen de presencia en America Latina
arruinando la Marca España en sólo cuatro años.
La Política Exterior española
siempre ha sido la gran olvidada en las estrategias de los partidos y de los
gobiernos, cuando hoy día la mayoría de las transformaciones, acuerdos, cambios
y compromisos, se toman en la esfera internacional. Suele decirse entre los
expertos del ramo, que la mejor política exterior es aquella de la que no se
habla, siempre haciendo referencia a las artes de la diplomacia y los contactos
que preparan, consolidan y afrontan nuestra presencia en el mundo, nuestro peso
específico. Pero no podemos caer en la trampa de pensar que eso es lo que se ha
hecho en los últimos cuatro años del gobierno del PP. Lo que realmente se ha
hecho, tanto en Política Exterior como de Cooperación es, simplemente, nada. Y
por eso hoy pintamos menos que nunca en el campo de las relaciones
internacionales.
Para Latinoamérica, España no es
ya ningún referente. Nos limitamos a acudir a la toma de posesión de algunos
presidentes y a convocar las famosas e importantes Cumbres Iberoamericanas, que
cada vez están más vacías de contenido. Hemos perdido nuestra capacidad de
diálogo, de interlocución, de comercio y de conexión con la Unión Europea.
Por eso, los partidos en la
campaña electoral han decidido pasar del tema, principalmente porque no tienen
ni idea de lo que harán, a excepción del PP que ya sabe que no hará
absolutamente nada, como hasta ahora. Nuestra presencia en el mundo es tan
importante que, si no diseñamos una nueva estructura diplomática, marcamos
nuevos objetivos y revisamos y evaluamos los mismos, corremos el peligro de continuar
haciendo el ridículo más espantoso en la Política Exterior y de Cooperación.
La Ayuda Oficial al Desarrollo
(AOD) española ha caído a cifras realmente irrisorias, apareciendo en los
presupuestos generales como una limosna de domingo más que como una línea
estratégica de apoyo y consolidación de nuestra política exterior. Los temas
domésticos son importantes pero los externos también.
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