No estábamos acostumbrados en
nuestro país a unos resultados electorales que pusieran en solfa la elección
del Presidente y, por ende, del Gobierno del Estado. Alguna referencia sí que
hemos tenido en parlamentos regionales como Andalucía o Cataluña, que aún
perdura, pero a nivel estatal será la primera vez en que la margarita tarde en
deshojarse.
Todo apunta a que Rajoy podrá ser
investido Presidente con la ya anunciada abstención de Ciudadanos y, en tercera
votación, con la abstención del PSOE por aquello de la responsabilidad para el
funcionamiento institucional. Rajoy podría estar formando gobierno para
mediados de Febrero de la que se augura será la legislatura más corta de
nuestro periodo democrático: O bien se tensa la cuerda ahora de tal forma que
se provoque una nueva convocatoria electoral para el mes de mayo, o será para
Noviembre, con la no aprobación de los presupuestos por parte de la oposición,
cuando se convoquen los comicios otra vez en Navidad.
Para aquellas personas que les
provoque una cierta inseguridad esta situación, sería bueno que recordaran que
Italia lleva así decenas de años, sin ningún problema para sus instituciones,
con gobiernos que han durado semanas o meses, con permanentes elecciones y
pactos a diestra y siniestra. Otros países europeos están más que acostumbrados
a este tipo de situación con pactos a tres, cuatro y hasta cinco partidos, sin
que por ello se haya resentido su democracia ni dejado de funcionar su aparato
institucional. Por ello, sería muy bueno que no tuviésemos ningún tipo de temor
ante este tipo de situaciones.
El más interesado en convocar
nuevas elecciones es el propio Rajoy, ya que el PP obtendría buena parte del
apoyo de esos votantes temerosos de la ingobernabilidad y cuanto antes, mejor.
Pero el segundo partido que se beneficiaría de ese adelanto electoral sería
Podemos, sumando los apoyos de aquellos que no creían en sus posibilidades de
formar un grupo numeroso en el Congreso y que con los resultados obtenidos
ahora pescaría votos de un PSOE que se verá envuelto en los próximos días en un
terremoto interno que les llevará al precipicio. Junto al PSOE, el otro
perjudicado sería Ciudadanos que vería como parte de sus votos irían de nuevo
al PP para garantizar la gobernabilidad.
Así las cosas, me atrevería a
pronosticar que esta nueva situación ha venido para quedarse: Una nueva
correlación de cuatro fuerzas políticas que harán difíciles las mayorías
parlamentarias de antaño y que obligarán a sus señorías a partirse el pecho
para logar pactos que permitan gobernar. Diría que por fin vamos a tener en
esta nueva España un verdadero Parlamento, donde será obligatorio hablar con
los otros y llegar a acuerdos de calado que beneficien a la mayoría social. Se
acabó el anodino quehacer político del rodillo y el turnismo o alternancia
entre PP-PSOE, ya que otros actores han entrado en el tablero político del
país.
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