lunes, 7 de diciembre de 2015

MAZAZO A MADURO


Los resultados de las elecciones legislativas en Venezuela dan un provisional de 99 diputados a la Mesa por la Unidad Democrática y 46 escaños al PSUV de Nicolás Maduro. Faltan por adjudicar 22 escaños que en las próximas horas dirimirán si la oposición obtiene o no los 2/3 de la cámara.

Todas las encuestas previas daban como seguro el triunfo de la Mesa, la gran duda era saber por cuánto iba a ganar. De confirmarse estas diferencias la victoria de la oposición habría sido aplastante. El Presidente Maduro ha reconocido la derrota a pocos minutos de hacerse públicos los resultados previos por parte del Consejo Nacional Electoral de Venezuela.

Bajo mi punto de vista, tres han sido los factores que han influido en la derrota del Chavismo. En primer lugar, la larga, duradera y dañina campaña de estrangulamiento económico por parte de las empresas que han colocado e Venezuela en una situación de desabastecimiento generalizado y creado un día a día realmente insostenible. De otro lado, la torpeza por parte del Gobierno de haber encarcelado a opositores, colocando en un alto grado de simpatía a la Mesa ante la opinión pública internacional. Y, por último, los bajos precios del petróleo, que han impedido al Gobierno de Maduro realizar inversiones de calado en el país y paliar las grandes necesidades que el pueblo esta sintiendo.

Es muy posible que en la asignación de los curules que faltan por adjudicar la Mesa por la Unidad consiga el peso suficiente en la cámara como iniciar un proceso de transformación política en el país. No obstante, tendremos que analizar cómo la variadísima composición de partidos que integran la Mesa es capaz de mantener una hoja de ruta coherente sin entrar en disputas internas que pongan en peligro un cambio real para Venezuela.

Uniendo este resultado venezolano al reciente cambio de gobierno en Argentina, nos encontramos con dos pilares fundamentales que pueden ocasionar un efecto dómino en otros países como Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Si sumamos los graves momentos por los que pasa el gobierno de Dilma en Brasil, podríamos decir que estamos entrando en un nuevo ciclo de la política en América Latina, en una suerte de regreso a los gobiernos neoliberales en el subcontinente.

Confío en que el proceso de cambio en Venezuela resulte pacífico y dinámico, sin poner en peligro la transformación elegida por el pueblo en las urnas. El peso de la guerra económica y mediática han dado sus frutos contra un proceso revolucionario castigado por tierra, mar y aire. Se abre una época clave para el futuro de Venezuela de la que estaremos pendientes en los próximos meses.




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