miércoles, 27 de enero de 2016

EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ

Desde el final de la II Guerra Mundial seguimos inmersos, sin ningún paréntesis, en situaciones de conflicto internacional que dicen muy poco sobre nuestra capacidad de conseguir un derecho fundamental de la especie humana: El Derecho a Vivir en Paz. Conflictos de baja, media y alta intensidad, nos asolan por todo el planeta, en base a raíces ideológicas, religiosas, de poder, económicas, etc., a las que próximamente se incorporarán causas como el control del agua dulce y los cauces, nuevos minerales, control de amplios territorios y algunas más.

El ser humano, nacido libre y como máximo escalón de la biodiversidad, no está dando respuesta válida al cumplimiento de este Derecho Internacional básico: Vivir en Paz. Las relaciones entre la humanidad se mediatizan por la posesión de armas nucleares (persuasión nuclear), bombas de hidrógeno (bastante más destructivas que las anteriores), armas bacteriológicas, armas de destrucción masiva y armamento convencional.

Mientras no se planteen medidas de gran calado, nuestro destino estará marcado por los países poderosos en posesión del armamento citado. Estas medidas, básicamente, pueden resumirse en las siguientes:

-          Erradicación y destrucción de los arsenales nucleares, de uranio enriquecido e hidrógeno, con un control garantista suficiente basado en la propuesta 0+0.
-          Erradicación y destrucción total de las armas de destrucción masiva, bacteriológicas, bombas racimo y todas aquellas que no discriminen su objetivo.
-           Acabar con los lobbys de armamentos, tanto “legales”, es decir el comercio de armas controlado por los propios estados, como “ilegales”, erradicando el tráfico de armas de cualquier tipo, mediante una gendarmería que vele por dicho control.
-          Reducción al 50% del actual armamento convencional, debe acabarse el hacer negocio con los instrumentos que garantizan la guerra y la destrucción, mediante un compromiso verificable de esta disminución.
-          Disminución del número de efectivos en los ejército regulares, compensando a nivel de Policía Civil de forma ponderada y proporcionada.
-          Trabajar en la Prevención de Conflictos, interactuando las acciones de contención, negociación y diplomacia, con la de sanciones que nunca vayan a las espaldas de la ciudadanía de los estados concretos.
-          Incluir una cultura de Paz en todos los niveles educativos, en busca de personas pacíficas, dialogantes, negociadoras y comprometidas por la paz.

Los gobiernos actuales no están por la labor, ya que sacan beneficios muy jugosos de estas situaciones de conflicto. Ni siquiera Naciones Unidas ha sido capaz de actuar en firme contra esta necesaria distensión, ya que los países poderosos que la conforman vetan sucesivamente cualquier iniciativa que vaya en el sentido de las propuestas reseñadas. Hemos de reivindicar nuestro Derecho de Vivir en Paz.