martes, 19 de julio de 2011

EL TOPALANTISMO

Al cumplirse 75 años del inicio de la Guerra Civil y con 35 años de democracia a las espaldas, el partido popular y el partido socialista se empeñan en permanentizar el discurso de las dos Españas. Cuando ya hoy muy pocas personas recuerdan fechas como el 18 de julio y ni siquiera conocieron la existencia de Franco en primera persona, se empeñan los clásicos decimonónicos en devolvernos en las campañas al discurso de las izquierdas y las derechas, como una repetición malsana del estribillo de la yenka. Seguir escudados en trasnochados posicionamientos ideológicos de la vetusta socialdemocracia o del rancio neoconservardurismo, simplemente no nos lleva a ningún parte. Continuar anclados en el pasado en lugar de mirar hacia delante con vigor y garra, hace que contemos en la actualidad con una hornada de los peores políticos en los últimos decenios. La visión estratégica de hacia dónde deberíamos caminar nos llevar a fijar la vista en el siglo XXII y no en el XIX. Hemos de trabajar en la solución de los problemas del aquí y ahora, pero sin dejar por un momento de observar lo que hay más allá de lo coyuntural. Por eso necesitamos ciudadanos en la política con amplias capacidades de observación, de previsibilidad, con altura de miras, que no gobiernen pensando en las encuestas sino en el futuro del Estado, de Europa y del Mundo. Este planteamiento, que defino como “topalantismo”, (del to palante), no caé en el error de olvidar el pasado o no tener la suficiente memoria histórica como para no cometer los mismos errores de periodos anteriores, simplemente no vive ni se alimenta de ellos. Ambos partidos nos sitúan siempre en la misma disyuntiva y ese discurso ya no tiene adeptos. Vivimos en la era digital mientras que ellos están fijados al bolígrafo bic. Y esta situación nos indica que hemos de optar por nuevas formas de hacer política, de asumir los retos de futuro huyendo de los intereses que ellos tienen de “estar” en el poder. España necesita una reconfiguración de su sistema democrático, ordenar la estructura administrativa del estado, ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas; contar con una ley electoral justa y equitativa; conseguir la independencia de los poderes; gestionar muy bien lo público y, sobre todo, necesita capacidad para planificar su futuro dentro de Europa y con la imprescindible multilateralidad del mundo actual. Y ello, ha de hacerlo desde una perspectiva progresista no constreñida por el pasado ni por las ansias de poder extremo. El topalantismo no es una ideología, un ismo más, sino una forma de ser, de afrontar los retos, de tener la capacidad de trabajar en diseños de futuro cuidando el presente, al contrario justo de lo que nos marcan los partidos clásicos. Mientras los añejos continúen llevando las riendas en este país mucho me temo que continuaremos dando un paso adelante y dos para atrás, cuando la opción debería ser que para atrás ni para tomar impulso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Topalantismo", ¿acuñando este término cree que usted entrará a formar parte del acervo intelectual de este país?