Instalados en que la
realidad es la que impone las políticas y que no se puede hacer aquello que
vaya en contra de los intereses de Europa (Alemania), nuestro gobierno está
demostrando la incapacidad para llevar a cabo medidas de alcance con resultados
a medio y largo plazo. Ninguna de las medidas tomadas hasta ahora estaría
dentro de un plan, una estrategia con verdaderos visos de previsibilidad ante
la grave situación que atenaza a España, desde las pensiones hasta la
educación, pasando por la sanidad y el empleo, la estructura política del
estado o el incremento de la pobreza.
Ni siquiera son capaces
de responderse a las preguntas básicas de la planificación: Cuando se toma una
medida, siempre hay que analizar a quién beneficia y a quién perjudica, al
tiempo que cabe preguntarse lo mismo en caso de que no se tomase dicha medida.
Esta dinámica es utilizada por la gran mayoría de los que nos dedicamos a la
Planificación Estratégica y su análisis y conclusiones suelen ser de lo más
certeras, evitando la improvisación y el despilfarro de propuestas y
presupuestos.
Nuestro gobierno es
mucho más cortoplacista y lo que le interesa son los resultados que se tendrán
en las próximas elecciones, no gobiernan para las próximas generaciones sino
pensando en el rédito electoral de determinadas medidas. Muchos políticos del
arco parlamentario les acompañan en esa dinámica, pues realizan también
oposición cortoplacista basada en la contestación inmediata (normalmente en
negativo) sobre las propuestas y ocurrencias gubernamentales. Básicamente el
PSOE, alejado de un plan real alternativo, cegado por la alternancia, adolece
de una visión holística que les sitúa en el amarre del bipartidismo como forma
de gobierno.
Es cierto que la
mayoría de la población se deja seducir por los resultados inmediatos de la
aplicación de determinadas políticas públicas y que eso lo saben muy bien los
dos trasatlánticos, pero no lo es menos que muchos ciudadanos comienzan a
pensar en futuro, sobre todo en aquellas decisiones que nos afecta a medio y
largo plazo. En la medida en que la población vaya valorando posicionamientos
más de Estado y menos de Partidos, la permanencia del bipartidismo corre
peligro. En política no basta pensar en el hoy sino, sobre todo, pensar en el
mañana sabiendo que el país será distinto en población, problemáticas y
necesidades.
De momento esto es lo
que tenemos: un Gobierno atónito, con encefalograma plano y que actúa más como
delegado de Alemania que como responsable último del futuro de los españoles.
Es la clave que tenemos la obligación de cambiar en las próximas elecciones
generales.
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