Esta semana, por imperativo legal
y si el tiempo no lo impide, nos encontraremos con un nuevo rey. Felipe VI será
proclamado Rey de España, con algunos honores, sin estridencias y sin haber
sido validado por la población.
Hereda un reino de forma
vitalicia y hereditaria. En nuestro caso, hereda la Jefatura del Estado al que
representará oficialmente, será el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y
velará por el cumplimiento de la constitución. Como su padre, hará negocios a
favor del país, gestiones por el mundo acompañado de empresarios ricos, que
harán su agosto con el apoyo real, ampliando la curiosa “marca España” del uno
al otro confín.
Intentará ganarse en los próximos
meses el calor de la mayoría de los españoles, paseándose desde Tarifa a
Bilbao, desde Coruña a Murcia, quedándose este año sin vacaciones reales,
invirtiendo en marketing regio.
Mientras, el pueblo continuará
con sus problemas, paro, recortes, incertidumbre, emigración, desahucios,
pobreza energética, malnutrición infantil y un sinfín de males que hemos
acogido como una plaga en los últimos años del reinado anterior. Los cortesanos
desempolvan sus dádivas guardadas para el momento y se preparan para codearse
con la nueva corona, mas joven, vigorosa y preparada que nunca.
Los plebeyos recibidos en
herencia, como si fueran muebles, inmuebles, haciendas o tierras, continuarán
preguntándose por qué no han sido consultados para dar su conformidad al
recambio. Habría sido muy importante conocer la opinión de los súbditos en una
democracia del siglo XXI, la figura real habría salido fortalecida. Pero se ha
optado por mantener la tendencia decimonónica, casposa, irreverente y alejada
del populacho.
Se ha perdido una gran
oportunidad. Seguramente Felipe VI no contará con un 23F que le eleve a los
altares y tendrá que ganarse a pulso su permanencia en el trono. Ese pulso en
nuestro país se llama elecciones, de cuyos resultados se irán derivando poco a
poco, pero más temprano que tarde, los necesarios cambios constitucionales que
deben realizarse en el marco de una Constituyente. Los partidos monárquicos
irán perdiendo votantes y llegará el momento de plantear el final de la era
borbónica para dar paso a la III República Federal Española.
Esto ahora puede sonar a ciencia
ficción, pero quién nos iba a decir hace 20 años que la telefonía móvil iba a
estar presente en nuestras vidas como el aire que respiramos. Mientras esos
cambios llegan, nos prepararemos a ver imágenes esperpénticas de los nuevos
yuppies de la nobleza, cortesanos de marca, que quieran seguir manteniendo sus
privilegios en una sociedad que sobrevive día a día a los ataques de la
desesperación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario