La crisis económica,
social y política que ha provocado la aplicación de las políticas neoliberales
del actual gobierno de Partido Popular, iniciadas las mismas con el anterior
gobierno del PSOE, han golpeado con una dureza extrema a las capas más
vulnerables de la población y desplomado las clases medias a cifras de hace
treinta años.
España se encuentra en
un periodo especial, de cambios profundos, para rediseñar el Estado que ha sido
puesto en cuestión precisamente por los efectos nocivos de los últimos
gobiernos en el país. Estos cambios van a concretarse, en menos de un año, en
las elecciones municipales a celebrar en Mayo 2015. Los Ayuntamientos, como
instituciones más cercanas a la ciudadanía, han dejado pasar la oportunidad de
ponerse al servicio de sus vecinos y acometer acciones que redundaran a favor
de la inclusión y permitieran paliar las desigualdades provocadas por la
política salvaje de la troika.
El hartazgo de la
ciudadanía tiene que notarse también en la elección de los gobernantes de los
municipios, siendo capaces de traducir con inteligencia la necesidad de nuevas
formas de plantear la política local desde una visión global de la situación
que vivimos en el país. Pensar globalmente, actuar localmente, para hacer posible
otra forma de servir al pueblo desde las instituciones municipales.
No se trata de montar de
urgencia mega coaliciones electorales con una sopa de siglas que nadie
entendería. Se trata de ofertar con un alto grado de responsabilidad y
generosidad una alternativa real a estas formas tan arcaicas de gobernar los
ayuntamientos, para pasar de una mera prestación de servicios a colocarse al
frente de las propuestas necesarias para solucionar y denunciar las
problemáticas que afectas a sus vecinos.
Esta alternativa para
cambiar las ciudades y los pueblos, debe estar conformada por organizaciones
sociales, Asociaciones de Vecinos, Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos,
Peñas, clubs deportivos, Asociaciones culturales, ONGS, Plataformas y mareas
ciudadanas, grupos sectoriales de la ciudad y, también, por partidos políticos
y movimientos políticos alternativos. Aquellos que pretendan promover estas
propuestas a la forma tradicional de sentar a varios partidos en una mesa
camilla para determinar qué hacer, se equivocarán irremediablemente.
Hacen falta cientos de
organizaciones y entidades, pequeñas, medianas o grandes, miles de ciudadanos
independientes que se pongan al frente de la propuesta. No es hora de la
amalgama de siglas partidarias, sino de priorizar los problemas de la ciudad,
fijar los objetivos para el cambio y las acciones necesarias para acometerlo.
El cambio real puede
comenzar desde abajo, desde los Ayuntamientos, provocando una auténtica
revolución en la forma de entender la política local y apoyando desde ahí los
futuros cambios en autonomías y gobierno central. Solo es necesario altura de
miras en los partidos y compromisos claros de la población en general para
elaborar un programa de gobierno que garantice el cambio necesario para
nuestras ciudades. El reto merece la pena y es ilusionante.
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