domingo, 25 de abril de 2010

ROMPER EL BIPARTIDISMO

La experiencia política acumulada en nuestro país en los últimos treinta años se ha caracterizado por la concentración del poder en dos grandes partidos que se lo reparten y se alternan en el mismo. Lo fundamental del mantenimiento de este Bi-partidismo ha sido que ambos se han puesto de acuerdo siempre en mantener aquellos privilegios y normativas, a modo de leyes, que permitieran concentrar las opciones en las dos alternativas clásicas de izquierda y derecha. Así, la negativa permanente a modificar una Ley Electoral tremendamente injusta y cuestionada hasta por el Consejo de Estado, viene a significar su apuesta decisiva por la continuidad de la situación. Al no existir alternativas que le pudieran hacer frente, este Bipartidismo ha ido cayendo por sí mismo en los errores de aquellos que pensaban que hicieran lo que hicieran esto seguiría así siempre. Y claro, las realidades van cambiando. Ya estamos en el siglo XXI, avanzadito por cierto, y no a finales del XIX donde el discurso de la lateralidad funcionaba a la perfección. Ahora tenemos más en cuenta a las personas, a las propuestas, a la claridad y la transparencia. La sociedad española está dando muestras de agotamiento sobre el modelo propuesto y ya manifiesta abiertamente su hartazgo y cansancio sobre el “esto es lo que hay”. Los británicos, que no son nuevos en esto de la democracia, se han encontrado con un problema similar y están revirtiendo el mismo, colocando como favorito de la próxima contienda electoral a Nick Clegg, que con sus 43 años ha puesto en jaque el bipartidismo inglés. El momento en que nos encontramos ahora es favorable a la aparición de una tercera opción política que haga tambalear esta situación española tan decadente y peligrosa. Zapatero ha demostrado “cum laude” su ineptitud para gobernar España. El pensaba que tendría que realizar una especie de función de Coordinador de las Autonomías, pero lo único que ha conseguido es profundizar las diferencias entre españoles, hundir al país en una crisis de enormes dimensiones sobre la que reacciono tarde y mal, situando a España en la cola de Europa, no sólo a nivel económico sino además sin peso político dentro de la Unión, a pesar de su ridícula presidencia. Rajoy no es la persona para hacer el cambio, ya que tiene bastantes detractores dentro de su propio partido, el mismo roto por baronesas y barones autonómicos a los que tiene que rendir pleitesía si quiere seguir siendo candidato, además de la suciedad del Gurtel, tesoreros y trajes, que no ha sabido limpiar y sanear a tiempo. Pareciera que ambos partidos están realizando una campaña firme a favor de la abstención para que sean cada vez más los ciudadanos que decidan no votar al tener tan impresentables candidatos. A ambos les favorece la abstención si con ello evitan que aparezca una tercera fuerza política que les plante cara. Y saben que eso no es imposible, porque la gente está ya demasiado cansada y que son conscientes de que sólo ellos con su voto pueden cambiar nuestra desalentadora realidad. Pues bien, eso es lo que nos toca a los electores: apostar por una tercera fuerza que renueve la decencia política en este país, regenere la democracia y las instituciones, devuelva la esperanza de que es posible cambiar y conseguir romper este bipartidismo inútil, perverso y vetusto. Esa esperanza no es de color verde, sino de color Rosa magenta.

2 comentarios:

Juan Antonio Conde dijo...

La sociedad española esta hastiada de tanta corrupción, “laisse affaire”, complacencia, desidia, mediocridad, egoísmo, oligarquía, ambición desmedida, arbitrariedad, mezquindad, innobilidad, negligencias y simple maldad: vivimos en el “Estado de la indecencia”.
UPyD es un soplo de aire fresco, una dulce fragancia que arrastrara el fétido olor de tanta inmundicia.
Sólo necesitamos lo mismo que necesita España: Nobleza, gallardía, decencia, compromiso, eficacia y eficiencia, altruismo, justicia, igualdad, libertad, fraternidad, democracia no solo formal sino material y efectiva.
España ansia representantes que hagan efectivo el principio de soberanía popular, recuperando La Constitución Española y devolviéndola a su lugar en la cúspide del ordenamiento jurídico como Ley suprema de obligado cumplimiento e informadora del resto de la legislación (Lugar usurpado por los poderes facticos con la complacencia del ejecutivo, legislativo y judicial). Desea unos poderes públicos que hagan efectivo su cumplimiento como ley formal y sobre todo que persigan la consecución de los derechos y valores que proclama: nos hemos dado una Constitución para cumplirla no como un mero marco utópico, debiendo ser programa electoral de cualquier partido y libro de cabecera de todo político.
Debemos ser capaces de transmitir los valores de nuestra Constitución a la sociedad e ilusionarla con hacerlos realidad, y todo ello con fe e entusiasmo: si creemos en ello el pueblo lo notará y La Soberanía Popular se hará realidad: España será libre para la consecución de la Felicidad.
Para difundir este mensaje tenemos la poderosa arma de las nuevas tecnologías: blogs, webs, listas de correo, videos, tertulias virtuales etc.
No es un sueño, es un imperativo legal y una obligación moral que nos hemos dado y debemos cumplir.

Buenos dias con Poesía dijo...

Paco, hoy comenta algo parecido Gorka Maneiro en su blog.