viernes, 23 de julio de 2010

TENSIÓN VENEZUELA - COLOMBIA

El próximo 7 de Agosto está prevista la toma de posesión del Presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos. A catorce días del acto, las tensiones entre Colombia y Venezuela han alcanzado su máximo grado con la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. Santos no va a encontrarse precisamente tranquilo al inicio de su mandato, pues Ecuador plantea un contencioso político contra su persona a cuenta de que fuera el responsable máximo de la invasión de territorio ecuatoriano, violando su espacio aéreo, en el caso que costó la vida a varios guerrilleros de las FARC, entre los que se encontraba Raúl Reyes, número dos de la organización. Colombia ha presentado una serie de pruebas ante el Consejo de Seguridad de la Organización de Estados Americanos (OEA), que pretenden demostrar la presencia de guerrilleros en territorio de Venezuela. He podido ver dichas pruebas incorporadas en distintos videos de la prensa colombiana en internet, y la verdad es que nadie podría concluir de las mismas que las imágenes estén tomadas en territorio venezolano, ni mucho menos deducir que el gobierno de Chávez esté apoyando o sustentando (la omisión también sirve como acusación) a las FARC. Son acusaciones muy graves, gravísimas en el contexto de las relaciones internacionales y pienso que se ha pecado un poco de ligereza a la hora de colocar el asunto en el candelero entre los dos países. Por un lado, Colombia ha librado una guerra sin cuartel en el periodo uribista contra los dos grupos guerrilleros principales (FARC y ELN), que incluso ha sido denunciada por varios partidos políticos colombianos como violadora de derechos humanos fundamentales contra población civil y de haber utilizado a sectores del paramilitarismo colombiano en dicha lucha. Del otro lado, Chávez, a quien no hace falta que le calienten mucho para tomar decisiones tremendistas, desconfía plenamente de la instalación de siete (7) bases norteamericanas en territorio colombiano, hecho que ha denunciado ante la comunidad internacional como un clarísimo asunto de injerencia regional. El objetivo de las bases norteamericanas no es la lucha contra el narcotráfico, ni siquiera el apoyo logístico al ejército para continuar con su acoso contraterrorista. Más bien, después de desmantelado de Panamá y la base de Manta en Ecuador, concentra allí Estados Unidos su núcleo de presencia militar en la zona, junto a la base paraguaya en la confluencia de Brasil, Bolivia y Paraguay. Con este panorama no sorprende que Venezuela haya roto relaciones con Colombia, lo que sí sorprende es la pasividad ante la escalada del conflicto latente entre los dos países por parte de la comunidad internacional. Hace falta de inmediato la creación de una Comisión de Intermediación por parte de la OEA que tenga como objetivo restablecer la normalidad entre los dos países a la mayor brevedad posible. Incluso desde las Naciones Unidas ha de plantearse el apoyo a las gestiones de calma en la zona mediante un enviado especial del Secretario General que busque encontrarse con los dos presidentes y establecer criterios de garantías para frenar el aumento de la tensión. Lo que menos necesita actualmente el área es un conflicto armado entre dos países hermanos y eso es lo que se ha de evitar desde la actuación de la comunidad internacional.

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