jueves, 25 de agosto de 2011

BUENOS SÚBDITOS, MALOS GOBERNANTES

Reunidos la semana pasada Sarkozy y Merkel, decidieron que una forma de garantizar el control de los excesos en las deudas públicas de los países miembros de la UE, sería incorporar a las constituciones nacionales tal mandato, ya que el criterio incumplido por todos los países de la eurozona de no superar el 3%, no había resultado suficiente. El interés no es otro que dar mayor peso a este criterio convirtiéndolo en norma constitucional, colocando en un serio peligro a los países que no cumplan su propia Constitución.

Esta modificación, que sin ser menor no deja de resultar absolutamente parcial y escasa, no va a influir de forma drástica en el control de nuestros déficits públicos, servirá de orientación e incluso de metodología presupuestaria, pero no garantiza lo realmente importante: que lo que gastemos sea lo necesario, que gestionemos bien, que existan mecanismos de control sobre el gasto público y que acabemos de una vez con la corrupción y el despilfarro. Por lo tanto, la modificación constitucional sólo servirá para contentar una vez más a los mercados, a los dueños de Europa (Alemania y Francia) y para poner de garantía la carta magna de que las deudas las vamos a pagar, precisamente a estos dos países y sus bancos, a los que debemos tanto.

PP y PSOE, como alumnos aventajados, aplicados y obedientes, han querido ser de los primeros de la clase, para demostrarles a los jefes que sabemos y podemos hacerlo, pero este nivel de obediencia debida (como en el ejército), deja al descubierto la absoluta sumisión a los mandatos del eje franco-alemán, dejando pasar la oportunidad de readecuar nuestra Constitución a las necesidades propias de este momento y 30 años más por delante. La prisa por cumplir la orden ha sido excesiva e innecesaria la forma de llevarla a cabo mediante su aprobación exclusiva por el congreso y el senado, al no reunirse el 10% necesario de diputados que obligarían a la celebración de un referéndum.

Hubiera bastado, incluso, que los dos partidos incorporasen tal propuesta en sus programas electorales para el 20N y llegar a una nueva cámara que aplicara los resultados emanados de las urnas, con una renovación de los apoyos concretos. No han querido. Como tampoco han querido (por no arriesgarse a quedar en ridículo) someter a referéndum popular la aprobación de esta modificación, tan solo colocando una urna más el 20N, demostrando que la opinión del ciudadano se las trae al pairo.

Un debate sosegado sobre las necesarias y urgentes reformas de nuestra Constitución hubiera supuesto un avance extraordinario para colocarnos en un mejor puesto en la parrilla de salida de la crisis política, social y económica en la que estamos inmersos. De nuevo han hurtado la posibilidad de hacerlo, optando por mantener sus privilegios de bipartidismo y dejando pasar una oportunidad de lujo que costará volver a encontrar en el breve plazo. Tomaremos nota de su ineptitud y de su desprecio sobre la opinión del pueblo, a la hora de elegir la papeleta de voto el 20N.

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