Los más cercanos sabéis
que el 2013 ha significado para mí el peor año de toda mi vida. A principios de
año, un ataque multibacteriano agresivo culminó con una Gangrena de Fournier
que estuvo a punto de llevarme para el otro barrio. Ingreso hospitalario por un
mes, 9 quirófanos, meses de tratamiento antibiótico, regeneración de tejidos
extirpados para el saneamiento, recuperación muscular, analíticas continuadas,
cultivos, visitas médicas, limpiezas permanentes, todo ello adornado de una buena
de dosis de miedo a no poder superar el encontronazo con una seria llamada de
atención a la vida.
Han podido más las
ganas de vivir y el apoyo incondicional de las personas que me aman que los
bichitos en cuestión, así que al menos de momento podemos decir que hemos
ganado la batalla. Esta batalla. Habrá otras con toda seguridad, pero para mí
ha sido la primera seria entre la vida y la muerte (los médicos no daban un
chavo los primeros días). Cuando se padece un episodio vital o mortal como el
vivido en 2013, siempre deja una serie de secuelas físicas y psíquicas que no
conviene descuidar y ser capaces de superarlas debidamente.
En toda batalla de este
tipo siempre se sacan reflexiones. La principal, muy común en las personas que
han vivido una experiencia similar, es la capacidad que me ha dado para
distinguir lo importante de lo accesorio. Has comprobado que la vida se te
puede ir en cualquier momento y circunstancia, casi sin avisar, por lo que
resultaría absurdo lamentarse de no haber compartido y hecho con las personas
que amas y te rodean aquello que realmente hubieras deseado. Así que se produce
una especie de reseteado del disco duro donde cada cosa se va poniendo en su
sitio partiendo de una nueva escala de valores y plan de acción algo diferente
a la anterior, donde la posibilidad de muerte aún permanecía bastante oculta.
Mis amores, mi familia,
mis amigos, serán las prioridades vitales, compartir con ellos, ayudarlos,
ocuparnos y preocuparnos de ser felices. Ser coherente con aquellos
pensamientos sociales que me invitan a no ser pasivo desde toda mi trayectoria,
dejando a un lado a aquellas personas que quieren medrar en política, apoyar
procesos sociales de cambio, culminar está fase de mi vida con proyectos que
realmente merezcan la pena, alejándome de chifladuras personales, mitomanías
absurdas y seguidismo oficial.
A todos los que me
habéis acompañado en estos momentos tan difíciles, especialmente mi amada Tere,
mi madre Rosa, María mi hija y Pablo mi hijo, mi amigo Juan Carlos, muchísimas
gracias. Mis hermanas, Rocío y Candela, Alba y Begoña, Raquel y, en general,
toda la familia, deciros que me he sentido muy acompañado. A todos mis amigos
que se han preocupado y han intentado apoyar, gracias.
Y ahora a volver a la
lucha, con más ganas, más persona y con más vitalidad que nunca, con un
propósito de cuidarme en serio y de intentar no desperdiciar ni un segundo de
los que me queden por vivir.
A TODOS MUCHÍSIMAS
GRACIAS.
4 comentarios:
Gracias a ti Paco, por tus palabras. Espero, por la parte que nos toca, que te cuides mucho mucho... en 2014 tienes planes importantes, y entre ellos una especial promesa que cumplir. Muchos besos. R.
Te queda mucho por hacer, por contarnos, POR VIVIR.
Animo Paco, no todos hemos podido darte compañía y apoyo pero confiábamos en tu fuerza y la de la gente que está a tu lado.
Un abrazo anónimo.
Querido Paco,
Gracias por compartir con nosotros tus reflexiones más íntimas. Aunque tu batería tenga autonomía para rato, te enviamos nuestro apoyo y ánimo para "seguir ahí". Y, con el permiso de B.Bretch, te decimos que, tanto tú como tu maravilloso ángel de la guarda Tere, sois de las escasas personas que no lucháis solo un día o dos, sino siempre,... y que, por eso, SOIS DE LAS IMPRESCINDIBLES. Cuídate mucho para que sigamos teniendo Paco para rato. Achuchones navideños de vuestros amigos MªJ y Al.
Buenos dias Paco, me considero una incondicional lectora tuya, siempre aprendo con tus comentarios, tan claros e inteligentes.
Os deseo muchos años de felicidad
pareja.
Pilar
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