viernes, 13 de agosto de 2010
OTRA VEZ MARRUECOS
Marruecos ha vuelto, como cada año, a lanzar sus pinceladitas de conflicto contra España, a cuenta de la situación de Ceuta y Melilla. En esta ocasión, ha utilizado el corte de suministro de algunas verduras y frutas para colocar en situación de desabastecimiento al mercado melillense, con el argumento de mal trato por parte de la policía de frontera española en la ciudad. El reino alauita mantiene una política de agresión constante hacia su vecino del norte, España, que utiliza momentos claves en situaciones especiales para provocar vivo un conflicto con nuestro país y defender, de paso, otros intereses. Sus reivindicaciones territoriales no acaban en Ceuta y Melilla, más bien empiezan. Pasarían por incorporar las islas Canarias y también las Chafarinas, y si por ellos fuera continuar hasta Toledo, después de recuperar Granada y Córdoba para el islam.
El momento encontrado en esta ocasión es preocupante: un gobierno con una debilidad absoluta, embarcado en una crisis de profundo calado, y un partido en el gobierno absolutamente roto, donde a modo de zozobra el capitán (Zapatero) será el último en abandonar el barco del poder, pero del que saldrán muchos grumetes y marineros, suboficiales y oficiales, y algún que otro polizón, en los próximos meses para encargarse de otros menesteres menores de servicio a los municipios y comunidades autónomas. Un reciente cambio de nuestro embajador en Marruecos y del de Marruecos en España, con un Ministro de Asuntos Exteriores que ha estado desaparecido durante toda la legislatura y que ahora está ya liado con su preparación de las elecciones como candidato por la ciudad de Córdoba. Buen momento para volver a sacar el tema.
Este panorama de debilidad siempre ha sido propicio para recibir alguna bofetada del reino de Marruecos, que consigue mantener así en vilo sus relaciones con España y distrae de forma eficaz ante la opinión pública el problema fundamental que la comunidad internacional tiene con Marruecos: el conflicto del Sahara Occidental. Por suerte ya conocemos de sus pericias diplomáticas y desde las fuerzas políticas progresistas lo que toca es acrecentar la demanda y el posicionamiento a favor de una solución acordada en el marco de las Naciones Unidas, que culmine con la celebración de un referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental, tal y como está ratificado en los términos de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO).
Marruecos no va a conseguir nada respecto a la españolidad de las plazas de Ceuta y Melilla, mucho menos en lo referido al archipiélago canario o a otras islas e islotes menores. Más bien al contrario, cada vez que plantea el tema utilizando cientos de argucias y momentos propicios para ellos, se autoafirma con mayor fuerza dicha españolidad reforzada además en el marco de la Unión Europea.
Lo que sí tendrá que hacer Marruecos, más temprano que tarde, es dar una respuesta sin recovecos ni rodeos a un clamor de la comunidad internacional para solucionar de una vez por todas la triste situación del pueblo saharaui, que por más de treinta y cuatro años lleva refugiado en la hamada argelina de Tindouf en unas condiciones realmente difíciles; al tiempo que debe cesar en la violación de los derechos humanos hacia aquellos que defienden la causa del pueblo saharaui en los territorios ocupados.
Es el momento, además, en que debe de renovarse el acuerdo pesquero entre Marruecos y la Unión Europea, de ahí que insistan los diplomáticos marroquíes en sacar algunos temas para que no aparezcan otros en juego. La UE no debería aceptar la utilización que hace Marruecos de las costas saharauis dentro de esa negociación, ya que paso a paso está dando por sentada una ocupación que continúa siendo ilegal e ilegítima. Por ello, nuestra presión como españoles, debe ir en la línea de insistir en la no incorporación de dichas aguas territoriales de los saharauis en las negociaciones con Europa, en la demanda permanente del respeto a los derechos humanos por parte de Marruecos y en la resolución del conflicto del Sahara Occidental de una vez por todas con la mediación de las Naciones Unidas. Mientras nuestra diplomacia y nuestro gobierno sean tan frágiles, tendremos que seguir soportando estos arrebatos del reino alauita.
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