domingo, 3 de octubre de 2010

PSOE BAJO MÍNIMOS.

La virtud principal de la democracia es que cuando los gobernantes no lo hacen bien, el pueblo soberano los puede poner de patitas en la calle. Es, por lo tanto, una responsabilidad ciudadana el tener unos gobernantes u otros. Por eso siempre se ha dicho que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, aunque en ocasiones ninguno de los posibles gobernantes reúne el perfil idóneo para asumir la responsabilidad de gobierno. Ya hemos escuchado a los socialistas andaluces en más de una ocasión que el poder les está desgastando y pasando factura por sus tiempos de gobierno, justificando que dicho desgaste se produce como norma en el mundillo de la política. Zapatero se ha subido al carro y esta misma semana ha declarado que su gobierno está sufriendo el desgaste propio de gobernar. Es una más de las falacias utilizadas por los malos políticos para justificar su mal gobierno. Tenemos dos ejemplos de justo lo contrario. De un lado, Michelle Bachelet , en Chile, que dejó de ser presidenta con un 75% de aceptación de su gestión al frente del gobierno chileno; y, de otro, Lula da Silva, que abandona el poder tras ocho años de gobierno, con un 80% de popularidad y aceptación. Son pruebas evidentes de que sólo se pasa factura por desgaste de gobierno a los malos gobernantes. En nuestra breve cultura democrática, que ya comienza a no ser tan breve, los partidos políticos al uso han cultivado tres ideas fundamentales que han calado en la población hasta tal punto que han conseguido colocar lo político, la política y a los políticos como el tercer problema más grave del país. Lo trasladado tiene que ver con lo peor de nosotros mismos: el egoísmo personal por delante del bien común, acceder a puestos de gobierno y de gestión pública con el ánimo de enriquecerse, una absoluta inmunidad que ha permitido que afloren personajes y personajillos de escasa o nula catadura moral, y un mirar para otro lado y enchufar el ventilador cuando los escándalos le apuntaban a sí mismos. En estos momentos el PSOE está bajo mínimos, tan mínimos que es más que probable que salga del gobierno de la nación y que deje de gobernar en Andalucía, después de treinta larguísimos años al frente de la Junta. Y ello no será por el desgaste propio de los gobernantes, sino por la pésima gestión realizada, por su incapacidad para abordar los problemas fundamentales de la población y por haber demostrado que sólo saben estar al frente de las instituciones en momentos de bonanza. Se limitaron a gastar con generosidad sin planificar los procesos necesarios para afrontar un crecimiento sostenido y mucho menos hacer frente a una crisis que primero ignoraron y que luego les pasó factura con recetas de obligado cumplimiento por parte de la Unión Europea. Por ello, y no por desgastes de gestión, el PSOE saldrá de muchas instituciones públicas, porque lo han hecho rematadamente mal. Ahora está de nuevo en manos de los ciudadanos colocar al frente de las distintas administraciones a personas nuevas que entiendan la política como un servicio al interés general y que no hagan de la misma una forma de vida, sino un paso temporal asumiendo la tarea de apoyar el bien común. Nos sobran profesionales de la política y nos faltan ciudadanos que asuman la gestión de lo público como un servicio con fecha de caducidad. Así que no nos dejemos engañar otra vez por esta hegemonía de bloques: PSOE-IU y PP, y hagamos una lectura de cambio necesario y alternativo para la nueva realidad que se avecina.

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