jueves, 30 de diciembre de 2010

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.

Difícil de cumplirse el refrán en toda su plenitud debido, especialmente, a los graves condicionantes que nos encontramos en el panorama nacional. La crisis, desconocida primero e ignorada después por el gobierno socialista, nos está arrinconado en callejones sin salida que complican el que una persona pueda cuestionarse una vida nueva en un año como el 2011. La recesión que padecemos no repuntará fácilmente y aunque todos los datos explicados por los gobernantes apunten a un inicio de superación de la misma para el segundo semestre del próximo año, lo cierto en que hoy por hoy con más de cuatro millones y medio de parados y subiendo se hace tremendamente complicado atisbar una recuperación económica en el país. Nadie puede pensar que saldremos de esta de la noche a la mañana, de un día para otro, pues los daños están tan enquistados que costará demasiado tiempo sentir que estamos recuperando un espacio económico y de tranquilidad en el gasto familiar similar siquiera al que teníamos en 2007. La incompetencia de quienes tienen la obligación de aplicar análisis de previsibilidad en la gestión de las políticas públicas, por un lado, y la inseguridad social, política y económica en la que vivimos, por otro; nos están llevando a situaciones de crisis social que pudieran estallar en conflicto en cualquier momento. Con más de un 20% de desempleo estamos volviendo a una precariedad en las condiciones laborales y al incremento de la economía informal o sumergida en niveles que no se recordaban en España desde hace muchísimo tiempo. Con unos servicios públicos en la educación y en la sanidad manifiestamente mejorables, la paralización de las inversiones en infraestructuras públicas, la desaparición paulatina de los subsidios mínimos por desempleo, las subidas inusitadas del gasto de la luz, gas, carburantes, tabaco y alcohol, y de la restricción en el gasto de la canasta familiar, nuestra economía se ve abocada a una reducción que puede traer pésimas consecuencias en el futuro inmediato. Habría que ir despejando algunas dudas para tranquilidad del personal. Quizás la primera sea la de tener un nuevo gobierno resultado de unas elecciones anticipadas que se hacen cada día más necesarias. Mantener una especie de gobierno interino en tiempos de crisis aguda acentúa la desesperación en la población y alarga el sentimiento de impotencia que se va colando en el consciente colectivo. Cuando un proyecto político está totalmente agotado y no responde a ninguna de las premisas con las que presentó su programa electoral en 2008, lo que corresponde es pasar página y comenzar de nuevo. Aferrarse al poder por el poder no sirve para nada y apelar a la responsabilidad para acometer reformas necesarias se convierte en un sin sentido que a nadie convence.

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