jueves, 9 de diciembre de 2010

¿DULCE NAVIDAD?

Inexorablemente llega la Navidad, como cada año los adornos municipales nos recuerdan que alistemos las compras, los regalos, preparemos las comidas, quedemos con los amigos, con los compañeros de trabajo y con las familias, para adentrarnos en celebraciones que, por obligadas, cumplen una función social de relación que difícilmente conseguimos en otras épocas del año. Las calles céntricas engalanadas para la ocasión y el bullicio anormal en centros comerciales, nos introducen un año más en la vorágine del consumo. Pero este año con alguna influencia de fondo de la llamada “crisis”, que ronda nuestros bolsillos cada vez de forma más descarada. Con la tasa más alta de Europa y muy por encima de muchos países latinoamericanos e incluso africanos, más de un millón y medio de familias, que no tienen ningún miembro trabajando, van a recortar todos los gastos posibles incluso en estas celebraciones. Cuatro millones y medio de parados y creciendo, respirarán amargamente los sonidos de villancicos y procurarán no atragantarse con los huesos y pellejos de las uvas de la felicidad. Los rostros que se ven no son tan felices como en otras ocasiones. Se detecta en los mismos el matiz de la preocupación que afecta al interior de las personas, mostrando la cruda realidad de una situación a la que ya deberíamos poner freno. Millones de personas que están pidiendo a gritos que alguien les rescate, da igual que sea Europa, el gobierno, la comunidad autónoma o el secretario general de la ONU, pero gritan, suplican, exigen, que alguien pongan fin a la caída en picado de nuestra economía. No obstante, se abrirá un paréntesis, como no puede ser de otra manera, para celebrar las fiestas, pero con el rabillo del ojo mirando a las soluciones. Nos vamos a acordar, porque tendremos más tiempo de lo normal para hacerlo y comentarlo con los acompañantes festivos, de los políticos que no han sabido prever la situación, que no han puesto medidas concretas para anticiparse a unos efectos nocivos para la salud mental y estomacal de la población. Vamos a reprocharles el cierto amargor con el que nos comeremos el turrón este año. Y en las cartas a los Reyes Magos de Oriente o al papá Noel importado, este año van a figurar las peticiones de trabajo por encima de las de salud que será relegado al segundo nivel de los deseos. El tercero, sin duda, va a ir dirigido a la “elite política”, para que se vayan, que convoquen elecciones lo antes posible, que nos dejen decidir a los ciudadanos lo que queremos, que dejen de abusar y de jugar con nosotros con su manifiesta incompetencia. Como la razón fundamental del ser humano es la búsqueda de la felicidad nos dedicaremos a ello también en estos días, aunque acordándonos de aquellos que hacen lo imposible porque tardemos más en alcanzarla.

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