sábado, 25 de diciembre de 2010
NUEVA PRESIDENTA EN BRASIL.
El día 1 de enero tomará posesión como Presidenta de Brasil la heredera de Lula, Dilma Rouseff. A sus 63 años asumirá el cargo con la presencia de numerosos mandatarios mundiales en un ambiente extraño para nosotros, pues después de las fiestas de fin de año, a las diez en punto de la mañana se celebrará la ceremonia sin que mucha gente haya dejado de festejar.
Dilma ganó en segunda vuelta el 31 de Octubre las elecciones presidenciales y en los anuncios que ha realizado de la composición de su gabinete ministerial presenta bastantes cambios, quizás el más relevante la incorporación al gobierno de seis mujeres más, lo que da muestra de una apuesta clara de la presidenta por visualizar la equidad en los altos cargos de la administración carioca.
La presidenta tiene varios retos por delante que harán de su mandato un periodo complicado. Por un lado, no será fácil mantener el nivel de complicidad con la población mantenido por su antecesor Lula da Silva, quien se retiró con un 87% de popularidad. Por otro, conseguir que se mantenga el nivel de crecimiento del gran país del sur, continuar acortando las distancias entre pobres y ricos y preservar el papel internacional que Lula elevó a niveles insospechados.
La sombre de Lula siempre estará detrás del cogote de Dilma. En primer lugar porque ya ha anunciado que él no se va, que no se retira del país y que desde su posición privilegiada de hombre de estado sin la obligación de la gestión, recorrerá el país haciendo aquello que no pudo durante ocho años: visitar todas las zonas y estados brasileros, hasta los últimos rincones donde pueda verse con sus gentes y conocer de primera mano sus problemas. Al mismo tiempo, apoyará a la presidenta directamente en todo aquello que le solicite, incluso se pondrá al frente para sumir algunas críticas como fruto de su gobierno anterior.
La intención es evidente. Después de haber sido descartado como sucesor de Ban ki Moon, al frente de la Secretaria General de las Naciones Unidas, Lula puede volver a la presidencia de Brasil en 2014. Dilma se encuentra así en una especie de presidencia interina, con apoyos pero al mismo tiempo con sombras y con la tenaza de saber no sólo que no tiene la popularidad del jefe, sino además de que su partido ha perdido muchos apoyos electorales en la pasada elección. Todo ello la obligará a subir ese alto listón.
De momento, lo que tendremos será la primera mujer presidenta de la República Federal del Brasil, con un gran equipo de gobierno, en un país que ha avanzado a pasos de gigante en los últimos ocho años. Dilma debe consolidar el avance del estado de bienestar y mantener a Brasil en el candelero internacional como estado emergente. Retos muy difíciles de conseguir en estos tiempos de cambio que se avecinan.
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