viernes, 4 de marzo de 2011

8 DE MARZO.

De nuevo celebramos el Día Internacional de la Mujer en el que conviene hacer recapitulación de las situaciones de discriminación que continúan dándose en todo el mundo. Poco a poco se ha ido eliminando el término “trabajadora” de la celebración del día, al entenderse que toda mujer trabaja, dentro o fuera de la casa, y aquí es donde encontramos la primera de las asimetrías entre géneros. La mujer continúa asumiendo la globalidad de las tareas domésticas, incluso cuando trabaja fuera del hogar, no habiendo calado la necesidad del reparto de las mismas, lo que mantiene a la mujer en un nivel de ocupación y responsabilidad muy superior al de la pareja. Limpieza, comida, ropa e hijos, parecen consolidarse como territorio exclusivo de mujeres-madres. Si bien en las sociedades de los países occidentales las diferencias son menores, aún queda mucho por hacer en este campo. Lo anterior dificulta el acercamiento de la mujer a espacios que continúan siendo reservados casi en exclusividad para el hombre, como la participación política, la pertenencia al tejido asociativo, o en el mundo empresarial acceder a los puestos de responsabilidad o directivos. A pesar de que los niveles educativos nos muestran una equidad en la formación hombre- mujer, incluyendo Latinoamérica, la situación en el continente africano, países árabes y sudeste asiático, continúa siendo bastante desigual, siendo prioritaria la educación del varón frente a la asunción de unos determinados roles para ser desempeñados por las mujeres. El elemento empleo sigue marcando otra gran discriminación entre sexos, manteniendo en nuestro país una diferencia salarial del 20% para el mismo puesto en negativo para la mujer, diferencia que llega al 50% en países africanos. Así mismo, el desempleo estructural mantiene a la cabeza a las mujeres a nivel mundial, acentuándose la situación con la época de crisis económica, que devuelve o asienta la visión de que sea el hombre el encargado de trabajar fuera de casa. A excepción de algunos países como Vietnam, Camboya, China y alguno más, donde la mujer obtiene el derecho de jubilación a los 55 años, se convierte en algo casi imposible conseguir (incluida España) que una mujer pueda alcanzar su jubilación con la obligación de haber trabajado 39 o 40 años. Salvo el caso del funcionariado muy pocas mujeres conseguirán en nuestro país cumplir dichos requisitos. Esta discriminación tampoco se nota en el momento actual porque tendrá su repercusión real cuando llegue el momento de las jubilaciones. Si a ello le unimos que la renta a percibir en el periodo de jubilación se calculará en base a las cotizaciones de los 25 ó 30 últimos años trabajados, la mujer encontrará serias dificultades para obtener una pensión digna. La violencia de género, doméstica o intrafamiliar, continúa siendo el azote de nuestro planeta. A pesar de que avanzamos el siglo XXI, las amenazas, insultos, golpes, palizas y asesinatos, continúan abriendo en demasiadas ocasiones los informativos y el fenómeno se vuelve incontrolable en países como México o Guatemala, donde llega a catalogarse de feminicidio. A pesar de las medidas políticas que se toman sobre el asunto, lo cierto es que en los veinte últimos años la violencia de género ha golpeado seriamente a la mujer sin que las medidas adoptadas hayan conseguido el objetivo de terminar con esta lacra. Por último, me detendré en analizar la utilización que se continúa haciendo de la mujer como objeto sexual. Si bien en occidente hemos avanzado mucho en este campo, aún queda mucho por hacer en el continente africano, siendo muy grave el problema en América Latina. Mientras no terminemos de raíz con dicha utilización, la mujer continuará estando en ese segundo nivel al que la destina la publicidad. No debemos dormirnos en cuanto a las reivindicaciones en este día. Queda mucho por hacer para conseguir una sociedad realmente igualitaria y equitativa. Las mujeres deben seguir peleando por romper esas distancias y los hombres debemos de estar a la altura de las circunstancias para apoyar esos procesos de equidad. Debería ser el gran cambio de este siglo.

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