miércoles, 2 de marzo de 2011

GOBERNAR LA MISERIA.

La gran mayoría de los presupuestos municipales han sufrido un descenso en torno al 10% de media en dos años. Lógicamente, cualquiera de los alcaldes a los que se pregunte sobre el tema responde que es a causa de la crisis, sobre todo del ladrillo que ha disminuido los ingresos municipales y al endeudamiento del municipio que obliga a pagar los intereses sin demora. Como la coyuntura favorece este tipo de respuesta, los ediles se quedan tan panchos y a seguir con su gestión, aunque la misma actualmente se concentre en hacer encaje de bolillos para gobernar la miseria. El error es de concepción del significado público y político de lo que significa un ayuntamiento. Según la Ley de Régimen Local, los Ayuntamientos prestarán una serie de servicios a los ciudadanos que, dependiendo de la población, serán de distinta envergadura. Se enmarcan aquí los llamados Sectores de Obligatoriedad Municipal como alumbrado, cementerio, recogida de residuos, limpieza viaria, abastecimiento de agua potable domiciliaria, alcantarillado, accesos, pavimentación y un largo etc., que no reproduzco para no aburrir. Pero además de estos Sectores, el ayuntamiento tiene la potestad de programación y planificación para dar respuesta a las necesidades que tienen los habitantes de su municipio y la propia demarcación territorial. Y aquí es donde encontramos los mayores déficits en la gestión de las corporaciones locales, ya que hasta ahora con los tiempos de bonanza se han dedicado casi en exclusividad a la mejora de los servicios a los ciudadanos, pero no han sabido (o no han querido) programar y planificar la institución municipal para tiempos de vacas flacas. El desempleo es el azote de la mayoría de la población, que no vive de forma general en España o en Andalucía, sino que vive en un municipio, sea ciudad o pueblo. Y aunque los ayuntamientos no son oficinas de colocación (aunque algunos colocan a sus afines políticos), tienen la potestad de planificar acciones para atender la situación en que viven sus ciudadanos, potenciar su desarrollo cultural, social, educativo, de salud y de calidad de vida, entre la que se encuentra el empleo. Concebir el Ayuntamiento como un ente prestador de servicios y dependiendo del presupuesto que tenga prestará unos u otros o lo hará con mayor o menor fuerza, es reducir la institución municipal a la gestión de la miseria. Y esto es lo que se ha hecho hasta ahora. Con la disminución presupuestaria aparecerán ayuntamientos vacíos de contenidos y de opciones de gestión, por lo que se hace más necesario que nunca que al frente de los mismos se sitúen personas y propuestas políticas que tengan otro concepto de lo municipal. El ayuntamiento como instrumento inteligente que favorezca el desarrollo de las personal integralmente consideradas, no por parcelas, y que asuma su rol de agente de cambio social para provocar los modificaciones estructurales que el municipio necesita para garantizar el desarrollo humano. Lamentablemente encontramos muy pocas propuestas de la gestión municipal en este sentido, pero es vital que vayamos incorporando una visión de Municipios Inteligentes, que asuman de forma holística un cambio en la plasmación del servicio público que prestan a los ciudadanos.

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