miércoles, 17 de agosto de 2011

HISPANIA

Como cada año me he reunido con mis amigos portugueses, largos ratos para charlar y comentar la jugada entre estíos. Me han lanzado la firme propuesta de estudiar las posibilidades de unir España y Portugal en un solo país, recuperando la antigua denominación fenicia y romana de la Hispania.

Ya lo planteó Saramago antes de irse y muchos portugueses pusieron el grito en el cielo llamándole traidor a la patria. Sin embargo, como pasa con muchos temas, con el paso del tiempo y la marcha del mensajero, muchos han reconsiderado la idea y me indican que no sería disparatado darle una vuelta al asunto.

España puede incluir en sus actuales autonomías algunas de las actuales regiones portuguesas, dejar la región de la Gran Lisboa (como la autónoma de Madrid) y los entes autónomos de Madeira y Azores (como Ceuta y Melilla). Ellos lo tienen más claro que yo, pues me han hablado del ahorro que supondría en tantos rubros y las grandes ventajas de unión de los dos países. Me han insistido en una cuestión que me parece fundamental: los pueblos no desaparecen lo único que se modifican son las instituciones que gestionan lo público.

En el marco de un lento avance de la Unión Europea en su proceso de integración, que está siendo puesto en jaque en lo económico permanentemente, no me parece demasiado irreal plantear la fusión en los términos que los dos países soberanos estimen conveniente. Desde luego sería todo un ejemplo para las ansias independentistas de algunas regiones europeas planteando la unificación en lugar la secesión.

Hispania pasaría a ser uno de los países más importantes de la Unión Europea, pues a pesar de la intervención a Portugal y la estancia en la UCI de la economía española, la unión nos colocaría en una situación inmejorable para abordar un nuevo paradigma en la concepción de las políticas públicas en la península.

Me aseguran mis amigos que no son sólo ellos los que piensan en esta posibilidad y afirman que muchos portugueses estarían encantados con el asunto. Les he prometido dedicarle un tiempo al tema al regreso de vacaciones y compartir con algunos compañeros y amigos españoles para ver qué piensan por el lado español. A mí la idea no me desagrada, más bien me atrae y, como siempre, pienso que hemos de estar abiertos a estudiar cualquier posibilidad, intentando dejar en las alforjas nuestros prejuicios.

En fin, me ha parecido interesante comunicaros los diálogos mantenidos sobre la Hispania, porque igual muchos de ustedes también le han dado una vuelta en algún momento.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Paco, el tema me interesa muchísimo y estoy muy de acuerdo con tus planteamientos. Desgraciadamente tanto españoles como portugueses no tenemos la altura de miras suficiente para esto y estamos a otros asuntos. Siempre he pensado que una integración de los dos países vendría dada en primer lugar por integraciones parciales, por ejemplo, de los sistemas sanitarios, sistemas educativos, defensa, interior, etc. Ese nuevo país, llamado Hispania, Iberia o como sea debe estar impulsado por los ciudadanos y sus necesidades de una mejor sanidad, mejor educación, más estabilidad económica, mayor amplitud de mercados etc; no podemos esperar que la clase política impulse en esto.
Un abrazo,
Miguel Peña

Blas dijo...

Globalmente, sería correcto.
Económicamente, tendrían que rescatarnos.
Políticamente, no querrían.
Socialmente, no estamos preparados.
Sinceramente, sería lo mejor.

Francisco José González dijo...

Paco, esto que has escrito no es ninguna tontería.

La construcción europea a través de su constitución fue abortada, quizá esta pueda ser una segunda vía, que de paso acallaría a los nacionalistas internos (los periféricos y los españolistas). Estamos muy verdes para plantear algo así ya, pero no para ir pensando en ello.

Eso sí habría que aprovechar la situación para quitarnos de encima otro lastre del pasado, la monarquía, y construir la república ibérica.

Francisco José González dijo...

Paco, esto que has escrito no es ninguna tontería.

La construcción europea a través de su constitución fue abortada, quizá esta pueda ser una segunda vía, que de paso acallaría a los nacionalistas internos (los periféricos y los españolistas). Estamos muy verdes para plantear algo así ya, pero no para ir pensando en ello.

Eso sí habría que aprovechar la situación para quitarnos de encima otro lastre del pasado, la monarquía, y construir la república ibérica.