lunes, 22 de noviembre de 2010

LOS CONDONES Y LA IGLESIA

La publicación del libro titulado “La Luz del Mundo. El Papa, la Iglesia y las señales del tiempo”, una conversación con el Santo Padre Benedicto XVI, dividido en 18 capítulos contados en 284 páginas, nos muestra una vez más el retraso con el que vive la iglesia con respecto a la sociedad. Terminado el primer decenio del siglo XXI, el padre de la iglesia se digna por fin a reconocer que el uso del preservativo en algunos casos puedes estar justificado. Han tardado pero más vale tarde que nunca. Cuando las sociedades occidentales en su generalidad tienen mucho más que asumida la utilización de preservativos en las relaciones sexuales para evitar embarazos y enfermedades de transmisión sexual, y las sociedades más afectadas por enfermedades como el SIDA han ido asumiendo su uso como profiláctico básico, a pesar de la condena expresa del propio Papa el año pasado en África, ahora parece que se han dado cuenta de algo y rectifican. Bueno, rectifican con la boca chica y diciendo más cosas sorprendentes. A pesar de cierta justificación en su uso en algunas relaciones sexuales y casos, Benedicto señala que “centrarse sólo en el uso del preservativo significa banalizar la sexualidad, esta banalización representa la peligrosa razón por la que muchas personas han dejado de ver en la sexualidad la expresión de su amor, sino sólo una suerte de droga, que asumen por sí mismos”. El párrafo tiene gracia porque lejos de incorporar cierto aliento de actualización de las tesis clericales más fundamentalistas, las alimenta. Confundir el amor con el sexo no sólo está anticuado sino que representa un retroceso al siglo XIX o al nacional catolicismo de Franco, más aún, relacionar sexo con procreación, es decir, relaciones sexuales que han de mantenerse con el único fin de tener descendencia. Es obvio que uno de los grandes defectos de la iglesia católica, no así de otras iglesias que se rigen por morales mucho más adaptadas a los tiempos, es que no tienen la experiencia suficiente como saber de lo que hablan. Bueno, no todos. Pues por suerte han aparecido a la luz pública los casos de pederastas dentro de la institución que lógicamente han practicado sexo con menores, cuestión que todavía no ha sido condenada y denunciada (aunque sí perdonada) por la institución eclesial. Si en la religión católica estuviera permitido el matrimonio entre los sacerdotes y que las mujeres pudieran ejercer como en la anglicana, otro gallo cantaría. Lo único que consigue la Iglesia es perder fieles y adeptos cada vez en mayor número. De hecho en muchas de las parroquias hace tiempo que han desaparecido los llenos hasta la bandera de otras épocas y hoy se mantiene viva gracias a la administración de sacramentos de la BBC (bautizos, bodas y comuniones), así como por los entierros con misa, por cierto cada vez menos frecuentes. En definitiva, que en lugar de arreglar el asunto lo empeoran, que ya la sociedad va por otros derroteros y está preocupada de otras cosas, que el sexo forma parte de la vida de las personas y no sólo de las parejas que se aman, que la iglesia siempre ha estado alejada de la realidad y de los asuntos terrenales. Así que Benedicto a ver si estamos más atentos.

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