viernes, 19 de noviembre de 2010
¡VAMOS AL TURRÓN¡
Las calles céntricas de nuestras ciudades y pueblos ya están engalanadas para las celebraciones navideñas de este año. Adornos multicolores que servirán de reclamo al personal para darse una vuelta por el centro y ver si se anima un poco el consumo que está de capa caída.
Las familias andaluzas, según los últimos indicadores al respecto, han disminuido su consumo en un 25% con respecto al año pasado. Esto, sin duda, también se notará en el gasto durante el mes de diciembre, sobre todo en el comercio que verá frenadas sus ventas hasta las rebajas de enero. Ello implica un descenso automático en el crecimiento económico de la comunidad andaluza y obligará a algunas tiendas pequeñas a echar el cierre después de haber resistido estoicamente los avatares de la crisis económica.
Concesionarios de automóviles, que han bajado sus ventas en un 50%; tiendas de ropa y complementos, que no venden nada desde mediados de octubre en espera del 7 de enero; restaurantes que hace dos años en diciembre tenían copadas las reservas para comidas de empresa y familiares con motivo de la navidad y que ahora sirven la mitad de las comidas o cenas; librerías que ven cómo han bajado la venta de libros porque las prioridades de gasto están en otros menesteres; y hasta la prensa escrita, cuyos ejemplares aparecen al final de día manidos de tanto leerse y tocarse en los bares por un sinfín de lectores que prefieren tomarse el café y leerse la prensa mientras tanto en el periódico de la cafetería.
Hemos reducido nuestro consumo drásticamente. A pesar de que Zapatero le guiñara al PNV en el debate sobre el desempleo a cuenta del cambio de paradigma, lo cierto es que las familias, las personas, hemos ido cambiando nuestros hábitos de gasto por la incertidumbre de lo que pasará, pero sobre todo, porque no manejamos las mismas cantidades que antes. Lo peor está aún por venir, que si lo dice Zapatero será peor todavía, pero el planteamiento generalizado del ahorro en los gastos habituales de la canasta básica debe ser replanteado por los ciudadanos consumidores. Me explico.
Si bien es cierto que el miedo a lo imprevisible puede desencadenar una angustia vital, no es menos cierto que apagando el consumo lo único que conseguiremos será ampliar los efectos de la crisis, que como una pescadilla que se muerde la cola, volvería a afectarnos en mayor medida próximamente. Por ello hemos de asumir un mayor consumo familiar sin necesidad de que tiremos la casa por la ventana y no seamos ahorradores. Basta para ello realizar una operación matemática simple. Ver cuántos ingresos tenemos en la familia, descontar los gastos fijos mensuales, descontar si queremos un 10% como ahorro o para vacaciones o para lo que pueda venir, y el resto sobrante dividirlo en los días que tiene el mes, dándonos un resultado X que será la cantidad que diariamente tenemos que poner en circulación para aliviar la crisis y aumentar el gasto de consumo. Esta fórmula sirve para cualquier bolsillo, lo importante es que no rompamos la cadena económica por que al final nos afectará más a nosotros.
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