martes, 30 de noviembre de 2010

QUÉ HIJOS DEJAMOS PARA EL MUNDO.

Durante mucho tiempo nos mueve a los humanos el pensamiento de que algo tenemos que hacer para dejar a nuestros hijos y generaciones futuras un mundo mejor. Loable argumentación que nos lleva a participar en política, en organizaciones sociales, en ONGS de cooperación, en Asociaciones Vecinales, de Madres y Padres de Alumnos/as, en un sinfín de estructuras con la filosofía clara de que participando en ellas mejoramos la situación actual y podremos dejar algo mejor este mundo para los futuros habitantes. Tanto pesa el argumento y nos ocupamos de ello que a menudo nos olvidamos o dejamos de lado el pensar sobre qué tipo de hijos estamos dejando para el futuro, es decir, qué visiones tienen sobre el mundo, cuál es su implicación en temas sociales y de solidaridad, cómo enfrentan sus problemas personales y de relación, cuál ha sido su educación y en qué podemos orientarles y proponerles para completar lo que les falte. Podemos estar muy involucrados en los distintos niveles y organizaciones para intentar construir un mundo mejor y dejar instalados logros sociales que hagan del mundo venidero un lugar más sano (en todos los aspectos) para vivir y así construir ese latiguillo que justifica nuestro compromiso de que estamos obligados a hacer algo para dejar a nuestros hijos algo que no nos perdonarían si no lo hacemos. Y aunque el argumento forma parte de la liturgia del compromiso social hoy tendríamos que plantearnos qué tipo de personas vamos a dejar para el mundo futuro. El planeta continúa girando a pesar nuestro y serán ellos y las futuras generaciones las que tendrán que seguir interactuando para mejorar las cosas. Por eso es muy importante preocuparnos también sobre las capacidades instaladas que dejaremos. En un momento histórico donde se ha tenido más formación y más información que nunca, hemos de incidir en la educación reclamando algo más que una instrucción, potenciar en nuestros hijos y nietos la idea de la necesidad de participar, de no bajar la guardia, de corresponsabilidad en lo que ocurra e inculcar en lo posible valores humanos de respeto, solidaridad, compromiso y honradez, que hagan de los vástagos personas libres, felices, críticas y responsables. No es sólo tarea de la escuela o de las universidades, es también y sobre todo de la familia. Si sólo nos dedicamos a intentar dejar un mundo mejor para ellos olvidándonos de ellos y de lo que puedan hacer para continuar con la estirpe de mejora, es muy posible que cada vez sean menos los que se preocupen por hacer algo, limitándose a imitar otros modelos sociales que tienen que ver más con el individualismo, el consumismo, el egoísmo, y otros ismos, que sin duda están diseñados en una mesa para que no se creen demasiados problemas a los gobernantes y estructuras económicas y financieras. Así que nos toca trabajar doble.

2 comentarios:

José Luis Zamarriego dijo...

Un mensaje que invita a la reflexión. Gracias.

José Luis Zamarriego

Anónimo dijo...

estupendo artículo que hace pensar.....