martes, 4 de enero de 2011

LO DE CASCOS

El Partido Popular inició, tras las elecciones municipales de 1999, una profunda renovación en sus cargos locales en toda España, después de analizar con seriedad que no conseguirían un asentamiento total como alternativa en el país hasta desprenderse de sus rostros más extremistas. Su espacio debía ser el Centro-Derecha, y para ello le sobraban un sinfín de caciquiles caras vinculadas al pasado fascistoide de la última etapa del franquismo. Sobre todo en los municipios medianos y pequeños, ya que en los mayores habían superado dicho etiquetamiento fruto de los amplios espectros que se mueven en las grandes ciudades. La reflexión vino desde el sur ya que no se explicaban cómo en Andalucía, con una alta aceptación en las capitales de provincia, seguían perdiendo en el conjunto de la comunidad autónoma. Comenzó la purga cambiando progresivamente sus comités locales, incorporando a muchos afiliados jóvenes a las direcciones, colocándolos en las listas municipales para que fueran cogiendo experiencia pública, con el objetivo de tener un relevo preparado en futuras contiendas electorales y lavar la imagen del partido dañada por semejantes trasnochados. Este objetivo se inició bajo el mandato de Aznar, tanto en el Gobierno de España como en el PP, y consiguió colarse hasta la sucesión hereditaria y a dedo de Mariano Rajoy, de la cual el propio Aznar parece haberse arrepentido en más de una ocasión. Con el nombramiento de Rajoy al frente del partido y los nuevos nombramientos que este realizó, se daba por zanjada la renovación interna y se preparaba al partido para el asalto al poder central, autonómico y municipal. A excepción de algunos exabruptos de Esperanza Aguirre, Rato, Oreja y el propio Aznar, lo cierto es que el PP caminaba entre senderos de triunfo, hasta que el plan se le fastidió en Asturias. Álvarez Cascos decide abrir el melón y mostrar a las claras el profundo desencuentro dentro del Partido Popular, en el que conviven un buen número de tendencias agrupadas en tres grandes bloques: La de Centro-Derecha, encabezada por Gallardón; la de Derecha, la línea oficial del partido con Rajoy a la cabeza y mayoritaria; y la de los aznaristas, situados más en la Derecha Extrema, con seguidores interesados como la propia Esperanza Aguirre, Rato y el citado Cascos. Ninguna de las tres tendencias o grupos se pueden ver entre sí, aunque hasta ahora todas habían coincidido en que Rajoy era lo menos malo para el partido y había conseguido colocar la opción PP como ganadora en las próximas elecciones. Ahora con la marcha de Cascos del partido y lo que este pueda arrastrar, el partido popular entra en una lucha sin cuartel que no le va a favorecer en nada en los próximos comicios, no sólo en las municipales y en los autonómicos, sino también en las generales y andaluzas del próximo año, porque Cascos amenaza con crear una nueva formación que puede conformarse a nivel de todo el país y hacerle mella a su electorado más extremo. Ello haría que la potencia popular disminuyera un poco en su carrera hacia la Moncloa, aunque realmente no signifique una bajada significativa. No sería iluso pensar que la jugada haya estado promovida y provocada desde la propia ejecutiva del Partido Popular, pues así de una vez se desmarca del lastre extremista y se presenta a la sociedad como un partido centrado. Por eso lo de Cascos ha de interpretarse en clave interna de la acción renovadora iniciada en el 99 y no en una pataleta institucional sobre el Principado de Asturias. Algunos editoriales han dejado caer la idea de que Cascos está muy conectado con Aznar en los movimientos que está realizando, y que la posible apertura de un cisma en las filas populares sólo podría ser superada con el regreso del ex presidente, cosa que él mismo no ha descartado. El hecho de que Rajoy siga siendo tan poco valorado como el propio Zapatero apoyaría esta opción. Pero dejemos pasar alguna semana más para ver por dónde avanza la posible escisión del Partido Popular y analizar cómo afectará realmente al mismo en los sondeos electorales.

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