domingo, 2 de enero de 2011

UN AÑO DEL TERREMOTO EN HAITÍ.

A punto de cumplirse el primer año del devastador terremoto que asoló Haití conviene hacer un repaso a la situación en qué vive el país actualmente y a los compromisos incumplidos por la comunidad internacional para su reconstrucción. Como todos saben, Haití fue golpeada duramente por los efectos del terremoto que provocó más de 200.000 víctimas, cientos de miles de heridos y millones de damnificados. Más de un millón de personas viven desde entonces en campamentos alrededor de Puerto Príncipe con demasiado descontrol, con apenas cuatro palos y un toldo de plástico en condiciones francamente infrahumanas, golpeados por el calor asfixiante, la lluvia, los vientos, tormentas tropicales y huracanes, faltos de agua potable garantizada y de una alimentación básica en su gran mayoría. Para colmo de males, desde la aparición de la epidemia de cólera en Haití, han muerto más de 1.500 personas, se cuentan por decenas de miles los afectados y los números, lejos de controlarse, continúan creciendo poniendo en peligro cualquier atisbo de control. A pesar de que se deje de hablar de ello en los medios de comunicación, porque deja de tener interés la noticia, lo cierto es que la situación hoy en Haití puede considerarse de caótica. De otro lado, la comunidad internacional que reaccionó con cierta rapidez convocando dos conferencias internacionales de donantes para iniciar el proceso de reconstrucción y comprometiendo 10.000 millones de Dólares, a fecha de hoy sólo han ingresado 1.065 millones, es decir sólo un 10% de lo comprometido, dinero que además ha llegado disperso y otras veces como cooperación en especie. Nada que ver con los compromisos adquiridos que contenían todo un acompañamiento al país para iniciar el proceso de reconstrucción que tanto necesita. Una vez celebradas las elecciones en primera vuelta, que han provocado la celebración de una segunda vuelta presidencial para el próximo 16 de enero, lo cierto es que el país se encuentra sin un gobierno estable y mucho me temo que no consiga tenerlo después de la elección presidencial, pues ya se produjeron enfrentamientos armados en la primera vuelta, presentándonos así un país convulso por la falta de liderazgo político, la ineficacia de la ayuda internacional, los incumplimientos de los compromisos de los donantes y la epidemia de cólera. Todo ello potencia una situación de caos que no ayuda para nada a que el país pueda plantearse seriamente su salida de la angustia. Nos queda reclamar a la comunidad internacional su intervención seria en Haití, primero cumpliendo sus compromisos, después garantizando una avanzada de reconstrucción real que auxilie a los cientos de miles de desplazados y damnificados. De lo contrario se darán todas las condiciones para que Haití estalle en una guerra sin cuartel donde intentarán imponerse las bandas armadas que existen por todo el país, retrasando, sine die, cualquier posibilidad de recuperar la esperanza.

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