jueves, 14 de abril de 2011
REPUBLICANOS
Aunque no nos ha quedado mucho en la situación política actual de la proclamación de la II República Española, instaurada tal día como hoy de 1931, hace 80 años, hemos de recordar los hechos que llevaron al cambio de régimen político.
Las elecciones municipales celebradas dos días antes dieron como resultado que en 41 capitales de provincia triunfaran los republicanos, lo que motivó la salida del país de Alfonso XIII. En Madrid, los republicanos triplicaban a los monárquicos y en Barcelona los cuadriplicaban. Corrían tiempos de cambio, la población española sufría un analfabetismo gigantesco, los latifundios reinaban a sus anchas y el país se encontraba en un callejón sin avances y sin salida.
Se estudia poco este periodo de la historia de España, que duró algo más de ocho años, hasta que las tropas franquistas ganaron la guerra civil iniciada en el 36. Pero supuso todo un proceso de reformas, quizás demasiadas y demasiado rápidas, para iniciar el cambio total de un país subdesarrollado.
Falsamente han intentado trasladarnos que los republicanos eran los “rojos” y “anarquistas”, cuando hemos de recordar que entre los republicanos había tendencias de todos los colores políticos incluida la derecha. No debemos idealizar ese breve periodo de la historia de España, pero sí que hemos de reconocerle su valor de cambio absoluto en defensa de unos ideales de transformación que resultaban tan necesarios para la España de la época.
Muchos en mi familia fueron republicanos y, por lo tanto, perdedores de la guerra civil fascista que ocupó España cuarenta largos años. Y supieron trasladarme con cierto anhelo la ilusión con que les contaban sus padres (mis abuelos) cómo se vivió el momento del cambio de monarquía a república.
Comer no se comía mucho, decían, pero el sentimiento de recuperar la dignidad y la libertad social e individual, marcaron a muchos españoles cansados de una monarquía absurda y alejada de las necesidades de la mayoría de la población.
Quizás hoy, después de ochenta años, convenga que no nos olvidemos de la capacidad del pueblo en las urnas para cambiar las cosas. Ahora que vivimos malos tiempos de nuestros políticos enzarzados en luchas absurdas del quítate tú para ponerme yo, que han llevado a este país a asimetrías regionales sin precedentes, que no han sido capaces de prever cómo mejorar las condiciones de vida de los españoles y que son peor valorados en cada ocasión que sale el barómetro del CIS; ahora, quizás valga la pena recordar que con el voto en las urnas el pueblo, la ciudadanía, pueden cambiar totalmente la forma de hacer política y conseguir recuperar algunos gramos de dignidad que han intentado hurtarnos durante estos 32 años de democracia.
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