viernes, 17 de junio de 2011

LA NUEVA DICTABLANDA.

Vivimos una etapa de reestructuración del sistema democrático que tiene que profundizar los niveles de representatividad, la administración pública eficaz y la labor política como elemento transformador de la realidad. En la misma, nos encontramos con un fenómeno que no es nuevo, pero que se muestra en la actualidad sin ningún tipo de tapujo: El poder del sistema financiero. Este poder es realmente el primero en el orden de importancia, porque ha venido marcando todas las políticas a realizar en nuestro país y a nivel internacional. De tal forma incide en la política, que el poder del sistema financiero determina la política y no la política la que determina la regulación del sistema. La mayoría de los países se encuentran sometidos al peso de la deuda, de los préstamos bancarios, de la bolsa, de los tipos de cambio, etc., y ordenan sus políticas en base a las imposiciones que reciben del poder económico. Estas imposiciones, a veces, pasan desapercibidas en forma de recomendaciones, orientaciones o criterios, pero en otras ocasiones se nos muestran totalmente a la cara como cuando vemos que el gobierno recapitaliza los bancos, cuando estos mismos imponen la apertura o el cierre del sistema hipotecario (marcando unas directrices vitales para la mayoría de las familias), o cuando amenazan directamente con invertir en otros países poniendo en serio peligro el crecimiento económico en el nuestro. Es el poder económico tan importante que controla los gastos y los ingresos de los estados, marca la tendencia en cuanto a sus capacidades de endeudamiento y de las familias, y juega a la política en la sombra para determinar con qué partido les irá mejor. La aplicación de esta “dictablanda”, nos afecta a todos los ciudadanos, que vemos como nuestras vidas se ven mediatizadas y ordenadas casi de forma obligatoria por el poder económico. A diferencia de la dictadura, la dictablanda no impide las libertades, las utiliza en beneficio propio; no elimina a los detractores, los compra; no nos pisa con la bota, para ello tiene las hipotecas y los préstamos. Por eso imponen la disminución de los servicios básicos del estado del bienestar, la salud, la educación, donde tendremos recortes muy serios en los próximos años. Y saben que tienen el grifo que puede mantener o hacer caer a un determinado gobierno. Esto viene siendo así por la absoluta dejadez de nuestros políticos que se han dedicado a gestionar la miseria agachando la cabeza permanentemente ante el sistema financiero y de forma lamentable nos han colocado a los pies de los caballos. De ahí que necesitamos zafarnos de esta dictablanda para poder avanzar en libertad, la política debe controlar al sistema financiero y no al contrario. Pero para eso necesitamos políticos valientes, estadistas, serios y honrados. Y como de esos tenemos pocos tendremos que ir buscando los recovecos para intentar burlar al poder económico.

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