jueves, 25 de febrero de 2010

¿ES UN DELITO PENSAR DIFERENTE?

Según Amnistía Internacional los presos de conciencia son aquellas personas que, sin haber utilizado la violencia ni haber propugnado su uso, son encarceladas o sometidas a otras restricciones de su libertad a causa de sus creencias, su origen étnico, sexo, color o idioma. Actualmente es imposible determinar cuántos presos de conciencia hay en el mundo, porque los países que incumplen este derecho fundamental, marcado por la carta de derechos de las Naciones Unidas, no hacen un listado de sus propios incumplimientos para mostrarlo a los demás. Solamente conocemos aquellos casos que salen a la luz pública, a veces como el caso de la trágica muerte del cubano Orlando Zapata Tamayo quien, después de semanas en huelga de hambre por las condiciones de su reclusión, murió el pasado lunes. La muerte de Orlando se ha convertido en un terrible ejemplo de la desesperación que sufren los presos de conciencia. Sin embargo, las organizaciones especializadas en Derechos Humanos cuentan con listados de presos de conciencia en una buena cantidad de países, no sólo en Cuba, también en China, Marruecos, Colombia, Siria, Perú, Israel, Nicaragua, Vietnam, Camboya, Corea del Norte, Rusia, Arabia Saudí, etc… Una lista de más de 80 países en su poder que nos sitúa en un escenario de incumplimientos permanentes de este derecho fundamental. La muerte de Orlando es un hecho lamentable, denunciable ante la opinión pública internacional, y que viene a poner de nuevo en entredicho al gobierno cubano, al que denunciamos de forma clara y rotunda. Y nos viene a recordar los miles de personas que a estas alturas de siglo XXI continúan siendo presos de conciencia en el mundo. Para todos ellos pedimos su inmediata excarcelación y la restitución de sus derechos fundamentales, que los tienen simplemente por el hecho de ser personas. Hay que tener presente la necesidad de la imparcialidad e independencia de los jueces. No hay juicio imparcial si no hay jueces imparciales. Por lo tanto, acabar con las presiones que estos puedan recibir del poder establecido y por leyes injustas al interior de los propios países, deben ser una demanda nítida a tener en cuenta en todas las relaciones internacionales que se mantienen en el mundo actual.

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