He leído el artículo de Mario
Vargas Llosa “La Muerte de Fidel”, publicado en El País el pasado domingo 11 de
diciembre, donde de forma simplista despacha a Fidel Castro y la Revolución del
59. Siempre uno espera mas de los catalogados como intelectuales de nuestra
época, pero Vargas Llosa lleva tiempo dejándose llevar por su ideario político
extremo que antepone a los análisis rigurosos sin importarle mentir para
conseguir su objetivo.
En el artículo, señala el autor
que la “inmensa mayoría de los cubanos aspira a huir a los Estados Unidos
aunque sea desafiando a los tiburones”. Se nota que Vargas Llosa lleva tiempo
sin visitar Cuba y que solo habla con los cubanos del exilio, lo cual explica
que incluya esta falsedad en su artículo.
Olvida señalar, Vargas Llosa,
algunos aspectos de lo que ha significado la Revolución Cubana no solo para
América Latina sino para todo el mundo. En los años 60 y 70 Estados Unidos
trataba a América Latina como su patio trasero, nada se movía sin que la CIA lo
supiera y nadie gobernaba en un país hasta que contase con el visto bueno de la
Secretaría de Estado. Financiaban golpes de estado, los organizaban y ayudaban
a perpetrarlos; hacían caer a gobiernos legítimos y apoyaban con descaro a los
generales golpistas que pasaban a ocupar el poder. Lo hacían, según sus
manuales, para evitar la cubanización de América Latina, mientras que a Cuba la
estrangulaban con un Bloqueo irracional que colocaba en peligro de
supervivencia a la población cubana.
No quiero ni imaginar lo que
hubiese ocurrido en esa época si no hubiese existido la Revolución Cubana como
un freno y un referente para que las personas comprometidas de la izquierda
latinoamericana hicieran frente al neocolonialismo norteamericano. Si con Cuba
y su referente fueron capaces de hacer lo que hicieron, ¿qué hubiesen hecho sin
ningún freno como referente?.
Cuba ha pasado por distintas
etapas dentro de su proceso revolucionario, no todas ellas afortunadas y en
todas con algunos problemas y fallos que podían haberse evitado. Pero concluir
con esa reflexión, que después de 57 años de revolución “Cuba es un país más pobre que la
horrenda sociedad de la que huyó Batista”, como señala Vargas Llosa, es simplemente
falsear la realidad, mentir de forma descarada, en la creencia más radical de
pretender tener la razón y considerar ingenuos a los lectores de sus artículos
extremos. Cualquier dato que tomemos de la situación actual en Cuba nos
demuestra que los cambios provocados por la Revolución han tenido una
repercusión social de amplio calado de la que se ha beneficiado toda la
población cubana, especialmente en la Sanidad y en la Educación, pero también
en la defensa de la soberanía nacional, en la solidaridad y en la lucha por un
mundo mejor. El autor sabe que miente, pero le encanta regocijarse en su
mentira.
Tuve la oportunidad de conocer en
directo a Fidel en 1993, cuando en pleno periodo especial en un evento de
Solidaridad Internacional con Cuba, celebrado en La Habana, interrumpieron la
sesión para indicarnos a los participantes de todo el mundo que el Comandante
había llegado fuera de programa para dirigir unas palabras de gratitud a los
asistentes. Lo de “unas palabras” es un eufemismo cuando se trataba de Fidel,
pues nos mantuvo durante cuatro largas horas sentados sin que nadie saliera ni
al baño.
Su discurso, como siempre, fue
lúcido. Pero sobre todo fue autocrítico. Nunca había escuchado nada parecido:
el Presidente de un país haciendo una autocrítica feroz de lo que habían hecho
bien y de lo que habían hecho mal, dejando caer píldoras sobre las medidas que
tomarían en el futuro inmediato para ir remediando los errores. Hay un antes y
un después del Periodo Especial. Cuba se puso a producir en Agricultura,
Ganadería, Minería, Turismo y Comercio Internacional como nunca lo habían hecho
antes, incluso a pesar del Bloqueo férreo de los Estados Unidos.
Vargas Llosa termina su artículo
con la perorata fácil a la llamada al “avance de la libertad y los derechos
humanos, sin los cuales no es el paraíso sino el infierno el que se instala en
este mundo que nos tocó”. Se olvida el autor de los enviados del infierno del
Sistema Económico Internacional que han hecho caer la economía de la inmensa
mayoría de los mortales y donde los gobiernos conservadores han aprovechado
para recortar todo tipo de libertades, recortar la sanidad y la educación y
sumirnos en un mundo de incertidumbre fomentando la individualidad para salir
del atolladero, volviendo a salarios de miseria, donde mucha gente que tiene la
fortuna de encontrar un trabajo permanece siendo pobre.
Intentar endosarle a Cuba la
necesidad de haber conseguido el paraíso y echarle en cara su no consecución
obviando las presiones tan terribles a las que ha sido sometida, resulta cuando
menos sospechoso. Todos los cubanos que viven en la Isla, insisto, todos, saben
que Cuba no es perfecta, que hay muchas cuestiones que tienen que ir cambiando
en el corto, medio y largo plazo. Pero al mismo tiempo, viven con la dignidad
de poder ser los protagonistas de esos cambios necesarios, sin perder su
soberanía como pueblo y garantizando los logros alcanzados hasta la fecha. Eso
es lo que resolverá el pueblo cubano y eso es lo que debemos apoyar en la
medida de nuestras posibilidades. Lo suyo, señor Llosa, solo es politiquería de
tercera, para granjearse simpatías de los líderes que le aplauden y las mentes
incautas a las que pretende engañar.