CAMBIO EN ANDALUCÍA.
Después de 30 años de gobierno del Partido Socialista en Andalucía, ya somos pocos los andaluces que dudamos si a Andalucía le hace falta un cambio o no. Durante este periodo el PSOE de Andalucía ha jugado muy bien sus cartas electoralistas y ha tejido un entramado institucional que tiene su referencia en el PRI mejicano, que estuvo en el poder setenta años. Llamado por Vargas Llosa la “dictadura perfecta”, esta democracia de partido único constituyó para los Estados Unidos de México la principal traba en su aplicación política para el avance. Todo se lleno de prebendas, fidelidades, pago de las mismas, control del estado federal, votos cautivos y, sobre todo, manejo perfecto de los medios de comunicación y de los mensajes electorales.
La “familia socialista” se ha instalado en Andalucía desde las primeras elecciones democráticas, de tal forma que entraron muchos barbilampiños y hoy están a punto de jubilarse por edad y con poco pelo. Pasaron del acné juvenil a los coches oficiales y a las alfombras rojas. De salir con la pandilla al consejo de gobierno o a director general. El control político que han aplicado en Andalucía le ha permitido al PSOE hacer rotar a sus “cargos públicos” durante los 30 años por distintas responsabilidades de la administración autonómica, provincial y municipal, de tal forma que nadie se quedó sin responsabilidad política y creando una “clase” que según la última encuesta del CIS es la tercera preocupación de los ciudadanos.
La aplicación del subsidio agrario, las ayudas provenientes de Europa para la agricultura que diezmaron nuestros cultivos pero que “mantenían” a nuestros agricultores, la utilización de las inversiones del Estado (europeas en su mayoría) para la construcción de autovías y líneas del AVE, y por supuesto el no contar con una alternativa clara que le hiciera sombra en la región, han posibilitado que su control del poder sea incuestionable. Hasta ahora.
Coincidiendo las elecciones andaluzas con las generales, por aquello del tirón de los líderes nacionales para obtener el apoyo andaluz en los comicios, el PSOE siempre ha utilizado dos discursos que, de momento, le han dado resultado. Por un lado, la venta de todo lo realizado durante el periodo socialista de Gobierno Andaluz, cuando todos sabemos que la gran mayoría de las obras y construcciones realizadas en comunicaciones respondían al atraso monumental que nuestra región tenía con respecto al resto del estado y, por supuesto, de Europa. Por otro lado, el recurso fácil y ridículo, pero efectivo, de las dos Españas, tensionando el debate en “que viene la derecha”, la cual tampoco ha ayudado mucho a favorecer el cambio o alternancia por su escasez de propuestas serias para Andalucía.
Ese discurso, que yo llamo del estribillo de la Yenka: “Izquierda, Izquierda, Derecha, Derecha”, ha calado durante todo este tiempo en los electores andaluces. Por suerte ya en el Siglo XXI cada vez somos menos los que nos dejamos engañar por el mismo y en Andalucía hemos conseguido un alto nivel de análisis y crítica política y social como para dejarnos seducir por el mensaje del miedo al “que viene la derecha”. Y esto es así porque muchos gobiernos locales (la mayoría de las capitales de provincia) están gobernados por el Partido Popular y los electores no tienen ya ese terror a un discurso trasnochado que responde a claves del último cuarto del siglo pasado.
Aunque parece un análisis generalizado en el Estado, en Andalucía los ciudadanos han votado al PP por hartazgo del PSOE, y viceversa, muchos votan al PSOE porque les resultan insufribles los mensajes, política y líderes del PP. Pero esto también, por suerte, va cambiando. Primero porque se presentan otras opciones políticas en el Estado y en la región que están definiendo con un mensaje claro la necesidad de una regeneración democrática y un cambio en los rumbos de las medidas económicas, sociales, educativas, salud, etc., y, segundo, porque los ciudadanos están optando por quedarse en su casa y desentenderse de la participación electoral, que precisamente era uno de los fines que perseguían los viejos dirigentes del PRI en México cuando a pesar de tener participaciones de un 40% en procesos electorales se arrogaban la representación de los ciudadanos mejicanos. Una mayor participación electoral puede dar un giro en los representantes políticos.
Andalucía necesita un cambio. Ya no se pueden prolongar más Gobiernos Socialistas, la propia Junta de Andalucía con unos 300.000 funcionarios necesita de una transformación de una adecuación a los nuevos tiempos y necesidades sociales. Hay que plantear un “cambio tranquilo” y poner orden en la casa de todos los andaluces. Necesitamos de unos políticos que no tengan como objetivo formar parte de ninguna “casta” o “clase” e ingresen a la vida pública con fecha de caducidad, con intención de servir a los ciudadanos y no de servirse de los ciudadanos, con ideas claras para ejecutar con eficacia en la acción de gobierno y no de cubrir espacios perennes que hagan de su paso por la política pública una profesión.
PACO PINEDA.
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