lunes, 25 de enero de 2010

LA CONFERENCIA DE MONTREAL

¿QUÉ HACEMOS CON HAITÍ? Con la celeridad requerida la Comunidad Internacional se ha movilizado, tanto a nivel de Gobiernos como de ciudadanos. Hoy comienza en Montreal (Canadá) una Conferencia Especial de Donantes para abordar la situación de emergencia en Haití. En ella, los países donantes van a plantear qué cantidades económicas van a aportar para el país devastado, casi con toda seguridad se condonará las deudas externas bilaterales y multilaterales contraídas por Haití, y se establecerán algunos criterios de coordinación de la bochornosa acción de emergencia que a quince días de la catástrofe aún no ha dado los frutos deseados y necesarios. Sin embargo, quiero llamar la atención sobre la cuestión de fondo a la que nos enfrentamos con el apoyo a Haití en estos momentos tan delicados donde aún no han enterrado a todos sus muertos. La Conferencia de Donantes de Montreal para Haití no debe convertirse en una simple subasta del “a ver quién da más”, sino más bien poner las bases para entrar a fondo en el problema que deseamos afrontar. Si los gobiernos participantes en la Conferencia se limitan a poner dinero encima de la mesa no estarán consiguiendo la solución del problema, sino el aplazamiento del estallido del mismo. La fase de emergencia y ayuda debe concluir en un plazo no superior a seis meses, es decir, en Junio deberíamos ya entrar en una fase de reconstrucción. Y en esa palabra está la clave: Reconstrucción. Si el punto de partida de los donantes es que hemos de reconstruir Haití, de nuevo nos estaremos equivocando. Porque la situación del país antes del terremoto ya era suficientemente penosa: El país más pobre de América Latina, instituciones públicas prácticamente inexistentes, hambre, falta de servicios básicos, economía desastrosa, criminalidad organizada, etc. Por lo tanto, no se trata simplemente de construir nuevas escuelas, realizar inversiones millonarias en viviendas y en hospitales y centro de salud, sino de plantear cuál es la viabilidad de un Estado que nunca acabó de despegar. Podemos asistir en la Conferencia a una bonita cifra de donación y al perdón de la deuda externa, pero si no tenemos claros cuáles son los objetivos reales sobre los que trabajar en la reconstrucción de Haití estaremos haciendo un flaco favor a los haitianos a los que permanentemente hemos dado pan para hoy y hambre para mañana. Los niveles de inteligencia serán puestos de nuevo en entredicho si Naciones Unidas no asume una visión holística de la situación en Haití y es valiente ofreciendo alternativas claras para hacer habitable un país condenado a la miseria. Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, pero Haití ha estado ahí siempre, sufriendo sus índices de pobreza y siendo ingobernable durante siglos. Hemos de intentar no hacer demasiado el ridículo.

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