lunes, 30 de enero de 2012

GUERRA EN SIRIA


 A nadie se le escapa que la actual situación de guerra civil que se vive en Siria, es consecuencia de toda una dinámica publicitaria que ha venido gestándose desde hace meses por el llamado bloque de occidente.

Los movimientos de la llamada “primavera verde”, que se han desarrollado con distinta intensidad y virulencia siendo su última expresión la intervención de la comunidad internacional en Libia, dejó una lección aprendida para los aliados: “hemos de intentar evitar a toda costa una situación similar que pueda desacreditar la acción directa internacional”.

A pesar de la prohibición expresa de las resoluciones de Naciones Unidas sobre la misión en Libia, las armas entraron por Egipto y se contó con asesoramiento externo en los cuadros mejor preparados de la insurgencia movilizada. Pero ello se hizo conjuntamente a la presencia de los navíos aliados en el mediterráneo (entre ellos españoles) y en absoluto incumplimiento de la última resolución de la ONU.

Enseñanza de aquello es la resultante de cómo enfilar el conflicto en Siria. Primero con una lluvia de noticias difundidas por todos los medios de comunicación occidentales, noticias sin confirmar ni posibilidad de hacerlo, sobre el grave deterioro de la seguridad en el país, un número alarmante de muertos en el conflicto achacados todos al gobierno a derribar, mientras a nivel diplomático y militar se realizaban algunas acciones encubiertas.

Por un lado, había que desestabilizar a Rusia lo máximo posible e intentar ponerla entre la espada y la pared, ya que se sabía de antemano que vetaría cualquier resolución del Consejo de Seguridad, cosa que por cierto ha hecho. De ello se ocupó directamente la Secretaria de Exteriores norteamericana, la Sra. Clinton, apoyando a nivel internacional la presión sobre falta de transparencia y pucherazo en las elecciones rusas.

Mientras esto se hacía evidente en medios informativos de todo el mundo, las acciones encubiertas para formar militarmente a los opositores y comenzar con el abastecimiento de armas, munición y pertrechos, se realizaba desde el sur de Turquía entrando en la frontera norte de Siria y, curiosamente, el reino de Jordania preparaba en su frontera con Siria enormes campos de refugiados ante el inminente inicio de la guerra civil.

La comunidad internacional ha sido capaz de dibujar un nuevo escenario de la intervención que superara algunos de los errores que se dieron en Libia. El principal haber tenido que participar directamente con la armada y fuerza aérea de varios países. Ahora se trata de no tener que participar sino de propiciar que la guerra la hagan los que tienen que hacerla, los sirios de la oposición, consiguiendo el mismo objetivo sin que aparezca la intervención directa de occidente.

Y lo han conseguido. Nadie se ha preguntado de dónde salieron las armas que los rebeldes están utilizando en esta guerra. A nadie parece interesarle qué países o qué agencias de inteligencia están detrás del asunto. Lo que sí parece claro es que el escenario es la preparación para una batalla mayor a programar en Irán, para lo cual ya se ha iniciado todo el proceso mediático que garantice tener como aliado a la opinión pública internacional a través de los informativos.

Nos están llevando a una guerra superior y casi no nos estamos dando cuenta. No debemos dejar de observar y denunciar que la escalada bélica en la zona pone en peligro la estabilidad mundial y que solo algunos países interesados en ir recuperando espacio económico dentro de la crisis son los que están promoviendo este incremento bélico  que a todos nos pone en jaque.


jueves, 26 de enero de 2012

LA RUINA



Si alguien no lo había captado, en España estamos sufriendo una de las mayores crisis de nuestra economía de consecuencias aún no calculadas con seriedad. Un desempleo del 23%, con cinco millones y medio de personas, más del 53% de los jóvenes sin poder trabajar, salarios de funcionarios congelados, una subida del 0’5% este año y del 0’6% en los dos siguientes pactadas entre sindicatos y patronal, un déficit del 8% con la obligación desde la Unión Europea de llegar al 4’4% a final de año, entidades financieras que no financian, empresas y pymes que continúan cerrando y cesando la actividad de más empleados, administraciones autonómicas al borde del colapso total y ayuntamientos que no llegan a fin de mes.

De todos los datos anteriores, que no pretenden ser alarmistas sino mostrar la globalidad de la crisis en nuestro país, el que sin duda tiene mayor importancia a corto plazo es la reducción del déficit. Cuando el PP asume el gobierno partía de un déficit del 6% que para reducirlo al 4’4 necesitaba de implementar recortes de calado en el gasto público, pero el mismo se ha calculado realmente en el 8%. Ello implica que los aumentos fiscales del 30 de diciembre y las medidas de recorte en el gasto público han quedado como la calderilla que hacía falta recortar.

Si el gobierno español no consigue renegociar el objetivo para este año del 4’4% y pasarlo a un porcentaje más elevado (podría ser el 5’5%), o en todo caso ampliar el plazo para alcanzar el 4’4 (que viene a ser lo mismo), vamos a encontrar muy serias dificultades para continuar siendo no ya Estado Miembro, sino simplemente Estado.

Reducir en un año 3,6 puntos significa en la práctica reducir a la mitad todo el gasto de la administración pública, dicho de una forma algo abrupta pero bastante real. Ello implicaría el colapso en la mayoría de los servicios que el Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos vienen prestando. No es alarmismo gratuito esta afirmación, sino la constatación de que Europa debe reconsiderar el “momento español” si no quiere hacernos caer en el abismo.

El Partido Popular acabará, más tarde o más temprano, subiendo el IVA y otros impuestos directos al consumo (hidrocarburos, tabaco, bebidas alcohólicas, etc.,) porque es urgente liquidez económica en las arcas del estado. Al mismo tiempo, tendrá que reducir con fuerza las partidas destinadas al gasto en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, así como reducir muchísimo más los gastos de los servicios a cargo del gobierno central.

Si Europa obliga al objetivo previsto del 4’4, tenemos que ir asumiendo que España está en la ruina y que nuestra situación estaría siendo más grave que la Grecia. Por eso es importante que prestemos atención a los resultados de las reuniones de la Comisión Europea de estos días y pongamos alguna vela para que amplíen plazo o reduzcan objetivo.

viernes, 13 de enero de 2012

OTRO ERROR DE RAJOY: POLÍTICA EXTERIOR



Ante la apabullante conexión de la crisis económica con nuestro papel en la Unión Europea, el primer gobierno de Mariano Rajoy presenta una propuesta claramente europeísta, con ministros formados en instituciones europeas, con la premisa de que en Europa es donde nos jugamos los cuartos.

No voy a desmerecerle la opción, pues es evidente que si no vinculamos nuestra actuación económica interna a los designios de la UE, nos hundiremos y formaremos parte de aquellos que ayudaron a hundir el proyecto europeo. Pero desde hace ya muchos años, yo diría que desde el Tratado de Maastricht, la política en la Unión Europea no es considerada “Política Exterior” sino doméstica.

Más del 75% de las directrices políticas que se aplican en los países miembros se adoptan en el ámbito europeo y, en estos tiempos de crisis de la moneda única, la unión interviene en fijar las directrices del 100% de la orientación del déficit, inversiones, reducción de la deuda y opciones de crecimiento.

Es decir, considerar que la política hacia Europa debe ser la clave de nuestra Política Exterior, es un error de bulto tan grande que pone en peligro nuestra capacidad diplomática y comercial de presencia en el resto del mundo. Orientar la acción exterior hacia lo que todos los países consideran ya temas comunes y domésticos, merma todas las demás acciones que como país deberíamos desarrollar en el exterior.

Desde la Unión Europea tardaremos algunos lustros en ir fijando una Política Exterior Compartida, a pesar de que se hayan establecido algunas embajadas unitarias, y obviar que el resto de nuestros socios europeos continúan avanzando en sus relaciones exteriores propias es condenarnos como país a la mínima expresión en nuestra capacidad de interlocución internacional.

En este sentido, España tiene una gran oportunidad de recuperar el prestigio perdido, sobre todo en América Latina, situándose no sólo como un interlocutor válido ante la Unión Europea y Latinoamérica, sino como colaborador necesario en todos los procesos de integración regional y subregional que se están dando en la región.

Los frutos recogidos en gobiernos anteriores de escasa o nula aceptación de los países latinoamericanos, debido fundamentalmente a una concepción caduca de ex metrópoli, nos ha ido llevando a perder capacidad de presencia en los nuevos procesos. Hemos de alejarnos de esa orientación y sentar de una vez las bases de igualdad en nuestra relación con los países hermanos y mostrar la disposición de colaboración para avanzar juntos.

Personalmente considero un error el nombramiento del actual Ministro de Asunto Exteriores, no por su persona en sí, sino por su clara y exclusiva orientación política hacia Europa, ya que para eso están el resto de ministerios. Rebajar hasta casi la nulidad nuestro presupuesto de Cooperación Internacional al Desarrollo no sólo nos hace más débiles sino que dilapida toda nuestra capacidad de acción exterior.

Orientar nuestra cooperación hacia los organismos multilaterales, especialmente Naciones Unidas, en busca de alguna contraprestación en el Consejo de Seguridad, es de una miopía política extraordinaria. De igual forma, romper una dinámica de cooperación internacional a través de las ONGD españolas supondría dejar en manos de escasos interlocutores nuestra acción exterior para el desarrollo.

España necesita desde hace mucho tiempo una reforma clara en nuestra diplomacia que garantice una acción exterior continuada en el tiempo, con objetivos de Estado, con diplomáticos de carrera y no políticos nombrados cada cuatro años según la tendencia del gobierno. De eso tenemos mucho que aprender todavía, pero cuanto más nos retrasemos más peso iremos perdiendo en las relaciones internacionales y en nuestra machacada política exterior.



sábado, 7 de enero de 2012

UN CONVULSO 2012



Lejos de hacer predicciones o lecturas ancestrales de culturas indígenas sobre lo que nos puede deparar el año recién comenzado, sería bueno dar una vuelta a las distintas situaciones que se presentan como presumiblemente convulsas  desde un punto de vista de los conflictos internacionales.

Hemos iniciado el año con un escalada de la violencia en oriente próximo, donde el régimen sirio defiende con uñas y dientes su poder frente a una población que cada vez es menos civil y se está organizando militarmente para derrocar a Al-Assad. Es cuestión de semanas que la llamada “comunidad internacional” con Naciones Unidas al frente, asuman una misión del calado de la realizada en Libia, que termine con la sangría de muertos en Siria.

Lo cierto es que sobre el conflicto no sabemos nada. La cifra de muertos ¿quién las proporciona? ¿son todos civiles indefensos o están armados?, ¿no hay ningún muerto de las filas del ejército o de la policía?, ¿es cierto que se está armando a la población civil desde el sur de Turquía, con apoyo de la CIA? ¿Hay o no hay asesores militares estadounidenses, turcos o incluso israelíes, formando a los rebeldes?.  Las noticias que nos llegan a través de los medios pueden estar condicionadas por toda una campaña orquestada para que el nivel del conflicto se eleve y concluya con la intervención internacional.

Pero aún siendo importantísima la realidad Siria, lo que de verdad nos preocupa es la escalada en la zona de la tensión con Irán. Moscú e Irán saben perfectamente que el conflicto en Siria sólo será un calentamiento de motores para la madre de todas las batallas contra Ahmadineyad, quien ha confirmado sus escarceos con lo nuclear y ha puesto en escena un posible bloqueo del estrecho de Ormuz.

Los escenarios geoestratégicos se mueven a pasos agigantados y todos colocan fichas en unos lugares o en otros. Irán y otros países se encontrarían apoyando una más que posible (inminente) guerra civil en Irak entre Chiíes y Suníes, de trágicas consecuencias para un país que vive en guerra demasiado años. Será su estrategia para desviar la atención sobre su propio territorio.

Por su parte Estados Unidos y algunos aliados europeos, estarían provocando la intervención inmediata en Siria para desde allí colocar a Irán en el punto de mira. Rusia jugaría el papel de control y veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para lo cual habría que desestabilizarla hacia su interior, con unas elecciones a la vuelta de la esquina y una propaganda masiva de corrupción y pucherazo electoral que la pondría entre las cuerdas.

Así y todo, no parece que sea uno de los años más convulsos de los recientes, pero la tensión crece por momentos en la zona y hemos de preocuparnos por el rumbo que tomarán las relaciones internacionales en las próximas semanas y meses.